Michèle Bernier recuerda su infancia marcada por un padre “anarquista”

Michèle Bernier recuerda su infancia marcada por un padre “anarquista”
Michèle Bernier recuerda su infancia marcada por un padre “anarquista”
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Por Mathilde Seifert

Publicado
5 de enero a las 21:49,

actualizado 5 de enero a las 22:05

Michèle Bernier en “Siete a ocho”
Captura de pantalla

La actriz creció rodeada de los periódicos Hara-Kiri y Charlie Hebdo que, según el profesor Choron, su padre, Georges Bernier, cofundó. Un joven que era todo menos ordinario.

Actriz pero también humorista, Michele Bernier heredó su talento de su padre, Georges Bernier, afirmó el profesor Choron, cofundador de la revista Haraquiri y charlie hebdo. De esta infancia habló como ninguna otra en el retrato de la semana de Audrey Crespo-Mara emitido en “Sept à quatre” este domingo 5 de enero.

“Mi padre era un anarquista de primera categoría. Era un hombre intransigente y así escribía sus diarios porque se sentía libre, tenía muchas pruebas, era difícil. Las prohibiciones de Hara-Kiri y Charlie Hebdo siempre fueron un infierno”ella recordó. Y aunque admiraba a su padre, este compromiso con la prensa satírica no siempre le resultó fácil.

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“Por fuera sí sufrí por lo que él encarnaba. Yo era un poco hija del diablo. A veces mis amigos que me gustaban me decían que sus padres no querían que vinieran a mi casa. Se decían que debía haber mujeres desnudas en las escaleras, malas palabras escritas por todas partes… No sé qué se imaginaban en sus cabezas”.—compartió, todavía sin comprender, varias décadas después. Por otro lado, a pesar de ello, los padres de Michèle Bernier siempre tuvieron un gran lugar para ella. “Despertaron mi curiosidad. Y el humor siempre ha formado parte de nuestra vida, del día a día. Mi padre siempre me dijo que en ninguna dictadura hay humor. […] Así que mantengamos eso cálido, en el fondo de nuestras mentes”.

Una educación que en su momento podría verse como marginal, sin prohibición. “Cuando hacían fiestas, me llevaban. Y sólo me gustaba estar con ellos. Entonces me llevaron a clubes cuando tenía seis años. Me quedé dormido en las bancas y me recogieron a las 5 o 6 de la mañana”. Niño amado pero también algo abandonado. “Cuando regresaban de la oficina a altas horas de la noche, me metía en su cama y me decía a mí mismo: “Así los veré”»confió mientras confirmaba que su madre y su padre estaban muy ausentes. “Trabajaron mucho. Los esperé mucho tiempo pero no me sentí abandonado. Entendí que tenían algo que hacer”.


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