Es una telenovela que mantiene en vilo a los franceses. Wikie y Keijo, las dos últimas orcas en Francia, no irán a Japón, anunció el lunes 25 de noviembre la ministra de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher. Los dos mamíferos, de 23 y 11 años respectivamente, son los últimos supervivientes del controvertido Marineland de Antibes. El delfinario de la Costa Azul no tiene otra opción. Tiene hasta las 1es diciembre de 2026 para trasladar sus cetáceos fuera de Francia. Esta decisión sigue a la ley Pompili sobre maltrato animal, que estableció, el 30 de noviembre de 2021, el fin de los espectáculos y la detención de cetáceos. Moverlos, sí, pero ¿adónde?
En Japón no, según la decisión de Agnès Pannier-Runacher, que considera que las normas sobre bienestar animal no son “tan exhaustivas” como en Francia. “Hay parques que, hoy en día, pueden albergar a las orcas. Pienso en la de Tenerife, en España, que está sujeta a la normativa europea”, habló con TF1. De hecho, el Loro Parque, en las Islas Canarias, es el único parque europeo que ya cuenta con orcas. Se encuentra a unos 3.000 kilómetros de Antibes, frente a los 13.000 del parque Kobe. “Traerlos allí sería un desastre”, explica Muriel Arnal, presidenta de la asociación defensora de los animales One Voice, que hace campaña para que estos grandes cetáceos blancos y negros, que sólo han conocido el cautiverio, sean acogidos en un santuario marino y no. enviado a continuar los espectáculos en un país menos protector.
Según ella, el Loro Parque tiene piscinas “más pequeñas” que el Marineland de Antibes. Y cuatro orcas han muerto allí en cuatro años, entre ellas Keto, un macho de 29 años y 3.000 kilogramos, conocido por matar a su entrenador, Alexis Martínez, durante el ensayo de un espectáculo. La orca había ahogado al joven con su tribuna, causándole heridas mortales, incluidas fracturas y daños en órganos. “En Tenerife, Wikie y Keijo se encontrarían reproduciéndose entre orcas extremadamente violentas que no conocen. Es la muerte garantizada”, afirma Muriel Arnal.
El resto después de este anuncio.
¿En qué consiste el proyecto de santuario en Canadá?
Con varias asociaciones, entre ellas PETA, One Voice trabaja en la creación de un santuario marino de 44 hectáreas en Nueva Escocia (este de Canadá) en el que los dos cetáceos podrían poner fin a sus días. ¡Un proyecto titánico! Porque, para aclimatarse a su nuevo entorno, serían colocados durante el primer año en una especie de recinto flotante que ocupa tres veces la superficie del Marineland de Antibes. Incluiría una piscina hospitalaria y toda la infraestructura necesaria para que los veterinarios estén presentes las 24 horas del día, los 7 días de la semana. El proyecto ya estaría validado por miembros de las Primeras Naciones en Canadá y financieramente. apoyado por donantes privados. “No pedimos dinero al delfinario de Antibes ni al gobierno. Ya hemos recibido millones de dólares para cuidar a las orcas una vez que estén allí”, explica la señora Arnal.
El martes, la ministra de Transición Ecológica desmintió esta idea justificando que el santuario no existía. “Hoy en día no existe ningún santuario en Nueva Escocia. Ningún santuario puede albergar orcas”, insistió.
El triste recuerdo de Keiko
En el pasado ya se han realizado varios intentos de regresar a la naturaleza. Keiko, la orca protagonista de la película “Save Willy”, hizo su última reverencia en 2003 en un fiordo noruego, sin haber logrado nunca volver a la naturaleza a pesar de la ayuda gastada en torno a 20 millones de dólares. Capturado en 1979 frente a la costa de Islandia a la edad estimada de dos años, había pasado la mayor parte de su vida en parques de atracciones marítimos. El animal de seis toneladas se ganó su reputación al aparecer en las tres películas de la serie “Save Willy”, que cuentan la historia de un niño que intenta liberar a una orca.
Tras una masiva campaña de movilización internacional para obtener su liberación, fue transportado a Islandia en 1998, con grandes gastos, a bordo de un avión de carga de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, para seguir, durante cuatro años, un programa que supuestamente le enseñaría a pescar su propia comida, principalmente arenque. Hasta veinte personas trabajaron en su rehabilitación en una piscina marina construida especialmente para él. Auténtica curiosidad turística en su nuevo lugar de vacaciones, Keiko nunca logró cortar el vínculo con los hombres, de los que seguía dependiendo para su alimentación (unos 40 kg de arenque al día), obstinadamente reacios a unirse a sus compañeros.
Un equipo de cuidadores día y noche.
Los defensores del proyecto del santuario en Canadá lo saben: será imposible que Wikie y Keijo regresen a la naturaleza. Es por eso que un equipo de cuidadores debe estar junto a su cama día y noche. “Wikie y Keijo nacieron en jaulas de cristal. Sus padres nacieron en estos mismos acuarios. Imagina que tu perro está colocado en medio del arbusto. No aguantará ni dos minutos. No es un lobo. Será la misma situación para las orcas. Wikie y Keijo son mascotas. Ellos no lo eligieron, obviamente. Pero no podrán sobrevivir solos en la naturaleza. No saben nada del mundo marino”, explica Renaud de Stephanis, que lleva treinta años estudiando la población de orcas de Gibraltar.
El doctor en ciencias ambientales todavía teme que, a pesar de sí mismo, sean portadores de enfermedades. “Al igual que nosotros, Wikie y Keijo están llenos de antibióticos y son ultrarresistentes gracias a la medicina moderna. Si los ponemos en mar abierto y traen enfermedades, esto podría provocar un genocidio contra otros mamíferos marinos, que no están protegidos artificialmente”, advierte.
Aún así, la situación de los dos cetáceos está pendiente. Muriel Arnal advierte que no se debe descuidar la salud de Wikie y Keijo durante este período de dudas. Dos de las cuatro orcas que Marineland retuvo hasta el año pasado murieron recientemente, una por septicemia y la otra tras ingerir un trozo de metal.