Elogio de los alimentos ultraprocesados

Elogio de los alimentos ultraprocesados
Elogio de los alimentos ultraprocesados
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La retórica de que la industria alimentaria nos está “envenenando”, revivida por figuras como Robert F. Kennedy Jr. (RFK) y el regreso de Donald Trump en 2025, marca una nueva politización de los alimentos ultraprocesados ​​(AUT). Este discurso no es nuevo ni está enteramente basado en hechos. Durante años, varios grupos han demonizado el papel de las AUT en nuestra dieta moderna, enfatizando sus efectos negativos para la salud y, a menudo, ignorando el contexto más amplio y los beneficios del procesamiento de alimentos.

Los alimentos ultraprocesados ​​son productos fabricados industrialmente, normalmente mediante procesos intensivos. A menudo contienen aditivos como saborizantes, colorantes, emulsionantes y conservantes para mejorar el sabor, la apariencia y la vida útil. Estos alimentos suelen tener un alto contenido de azúcar, grasas malas, sodio y calorías, y poca fibra, vitaminas o minerales. El consumo excesivo de AUT se ha relacionado con la obesidad, las enfermedades cardíacas, la diabetes y ciertos tipos de cáncer, como lo han demostrado muchos estudios. Sin embargo, el discurso contra las AUT a menudo simplifica demasiado la complejidad del procesamiento de alimentos, descuidando sus contribuciones esenciales a la salud pública, la seguridad alimentaria y el progreso social.

El procesamiento de alimentos ha desempeñado un papel importante en el desarrollo humano, proporcionando una serie de beneficios que a menudo se pasan por alto en el debate público. Muchos alimentos procesados ​​están enriquecidos con vitaminas y minerales esenciales, lo que ayuda a abordar deficiencias nutricionales que alguna vez fueron comunes. Por ejemplo, los cereales y panes enriquecidos han ayudado a combatir enfermedades como el raquitismo y el bocio al proporcionar nutrientes esenciales como la vitamina D y el yodo.

El procesamiento también mejora significativamente la seguridad alimentaria al reducir el riesgo de enfermedades transmitidas por los alimentos y extender la vida útil. Esto garantiza que los productos perecederos puedan transportarse a largas distancias y permanecer disponibles en diferentes regiones, contribuyendo a la seguridad alimentaria y reduciendo el desperdicio. La industria alimentaria moderna ha creado opciones de comidas rápidas y asequibles que son esenciales para personas con tiempo o recursos limitados. Para muchos, las AUT son un salvavidas que les permite gestionar agendas apretadas sin sacrificar el acceso a las comidas.

Una de las contribuciones más profundas, pero menos reconocidas, del procesamiento de alimentos ha sido su papel en la promoción de la igualdad de género. Al reducir el tiempo necesario para preparar las comidas, el tratamiento permitió a las mujeres participar más plenamente en la fuerza laboral y buscar oportunidades más allá de las responsabilidades domésticas. En Canadá, por ejemplo, el tiempo que las mujeres dedican a cocinar ha disminuido significativamente a lo largo de las décadas. En la década de 1960, las mujeres dedicaban alrededor del 60% del tiempo total del hogar a tareas como cocinar, limpiar y lavar la ropa. En la década de 2020, esta cifra había caído a alrededor del 25%. Este cambio refleja avances sociales más amplios, incluida una mayor participación de las mujeres en la vida profesional, avances tecnológicos en la alimentación y una distribución más equitativa de las responsabilidades domésticas.

Aunque cocinar sigue siendo una actividad cultural y personal importante, las comodidades modernas han permitido a las personas lograr un mejor equilibrio entre el trabajo y la vida personal, permitiéndoles seguir carreras y otras aspiraciones mientras mantienen sus hogares.

Los críticos del tratamiento del procesamiento de alimentos a menudo no logran apreciar su papel en la sociedad moderna. Demonizar las AUT como inherentemente dañinas ignora los beneficios históricos y actuales de la transformación en general. Es fundamental reconocer que el enemigo no es el procesamiento en sí, sino el consumo excesivo de ciertos productos lo que plantea un problema. Al centrarse en un consumo responsable e innovador, la industria alimentaria puede seguir satisfaciendo las necesidades cambiantes de la sociedad.

En cuanto a Robert F. Kennedy Jr. y su papel previsto en la administración Trump, la retórica en torno a las AUT probablemente se intensificará en 2025. Sin embargo, socavar la industria procesadora de alimentos sería un enfoque miope con consecuencias potencialmente graves. devastador para el sector agroalimentario. Una economía alimentaria próspera depende de una sólida infraestructura de procesamiento para garantizar la seguridad, la asequibilidad y el acceso a los alimentos.

Si RFK decide politizar aún más el procesamiento de alimentos, su capacidad para contribuir significativamente a la economía agroalimentaria se verá seriamente puesta a prueba. Hacer crecer el sector sin aprovechar los beneficios del procesamiento de alimentos sería una tarea imposible. Si la historia nos enseña algo, tal enfoque probablemente sería insostenible. Buena suerte, RFK.

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