Tribuna: El cólera en Mayotte en 2024, políticas públicas a revisar

Tribuna: El cólera en Mayotte en 2024, políticas públicas a revisar
Tribuna: El cólera en Mayotte en 2024, políticas públicas a revisar
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Cólera en Mayotte en 2024, políticas públicas a revisar

Mi publicación anterior de marzo advertía que debido a su ubicación geográfica en una zona tropical y a la influencia del comercio con los países vecinos, Mayotte sigue siendo un territorio frágil que enfrenta riesgos sanitarios específicos. Desde el 4 de febrero de 2024, una epidemia de cólera azota la Unión de las Comoras. Esta enfermedad, que provoca diarrea intensa sin fiebre ni vómitos, se contrae exclusivamente por la ingestión (por la boca) de agua o alimentos contaminados con heces que contienen el microbio del cólera (Vibrio cholerae) y se contagia muy fácilmente en condiciones insalubres. Este microbio del cólera es invisible a nuestros ojos y puede sobrevivir durante mucho tiempo en determinados entornos ambientales: suelos, ropa, etc. También se puede encontrar en nuestras manos sucias y en los objetos sucios que nos llevamos a la boca. Esta es una enfermedad de peligro fecal. Y cualquiera puede resultar contaminado por este microbio.

El comunicado de prensa del Ministerio de Salud de la Unión de las Comoras indicaba, al 3 de mayo de 2024, 87 muertes en las Comoras para 3.964 casos registrados. El número de casos de cólera en Mayotte asciende actualmente a 37, según un nuevo informe de las autoridades sanitarias de Mayotte comunicado a la AFP el 3 de mayo de 2024. (39 según Public Health France de la misma fecha, nota del editor), obligando al Ministro de Sanidad a venir a Mayotte los días 9 y 10 de mayo. Más allá del plan de respuesta coordinado por los servicios estatales, las autoridades prefecturales y sanitarias de la isla han puesto en marcha un sistema de atención específico en el Centro Hospitalario de Mayotte. Sin embargo, debes saber que el cólera se puede evitar con unas sencillas medidas de higiene.

Historia del cólera en Mayotte

Si nos remontamos a los últimos cincuenta años, las recurrentes epidemias de cólera en la región han dejado su huella. La isla de Mayotte se vio afectada en 1974 y en 2001. Recordemos que la epidemia de 1974 fue gestionada por dos mahorais. Se trata del Sr. Youssouf Said, Ministro de Sanidad del Gobierno Territorial (Territorio francés de las Comoras) y del Doctor Martial Henry, también ex Ministro de Sanidad del Gobierno Territorial (1970-1973) y médico jefe del hospital de Dzaoudzi. Esta colaboración sostenida entre el poder político y la autoridad sanitaria ha permitido gestionar mejor esta epidemia. Por otra parte, la epidemia de 2000, que registró una muerte y cuatro casos en Mayotte sin necesidad de viajar, exigió el establecimiento de una campaña general de vacunación para toda la población y la realización del primer test completo en este territorio con una Población musulmana, exención de las obligaciones religiosas de entierro. La proximidad a las Comoras, Madagascar y África Oriental siempre ha requerido una gran vigilancia ante los brotes epidémicos en estos países. Así se activaron las medidas para prevenir una epidemia de cólera entre mayo y octubre de 2007, período durante el cual el cólera estaba rampante en Grandes Comoras y Mohéli.

Estos eventos de salud ayudaron a construir un discurso sobre las epidemias en general y sobre el cólera en particular, así como sobre los comportamientos a adoptar. Se ha observado que las grandes reuniones y el compartir comidas colectivamente son factores que favorecen la propagación de la epidemia. Además, se han identificado como factores que favorecen la propagación de la enfermedad la escasez de agua, la acumulación de residuos y las dificultades para el suministro de alimentos.

Entre lo profano y lo sagrado, ¿cuál es el lugar de la prevención en Mayotte?

Aunque el término cólera es bien conocido entre la población mahorense, no está traducido a los idiomas locales. Excepto entre las generaciones más jóvenes, el conocimiento local sobre la enfermedad no se refiere al conocimiento médico ni en lo que respecta a los síntomas ni a los medios para prevenirla. A menudo sólo se menciona el riesgo letal de la enfermedad. Los recuerdos de las epidemias vividas por los mahoraíes han permitido acceder a ciertos conocimientos y prácticas para afrontar esta enfermedad transmisible, considerada la mayoría de las veces junto con la lepra como una afección pestilente, una enfermedad de vergüenza y miedo, que parece pertenecer a la historia. Además, Mayotte sigue siendo el departamento francés más afectado por el cólera.

En un contexto epidémico, cada acción debe, en principio, realizarse respetando las medidas de higiene y las recomendaciones sanitarias emitidas. Sin embargo, la vergüenza que sienten las personas socialmente consideradas de élite, cuando son afectadas por el cólera, ya que la suciedad está muchas veces ligada a la precariedad y la pobreza material, se convierte en una fuente de vergüenza entre los ricos, porque son considerados un fracaso en el rango social de el interesado. El paciente puede convertirse en el hazmerreír de quienes lo rodean.

La cuestión de la higiene, que se refiere a las reglas que deben respetarse para eliminar los microbios, no remite sistemáticamente a la concepción cultural de limpio y sucio. En efecto, contrariamente a la definición de agua potable, el agua se considera tradicionalmente no apta para el consumo cuando está contaminada por heces, orina (najis) y lo demuestra el aspecto, la presencia de desechos y el olor. Esto indica una buena conciencia sobre el agua contenida en los lavabos de las mezquitas (birika) y el uso de agua de pozos y ríos contaminados.

Además, la opinión de la comunidad parece más fuerte que las recomendaciones sanitarias que no pueden tener en cuenta el contexto social en relación con los ritos funerarios de las personas que murieron de cólera. En caso de fallecimiento por cólera, se pondrán a prueba los ritos funerarios que tradicionalmente se realizan. Los procedimientos específicos que se aplicarán, en particular, la abstención total de cualquier cuidado del cuerpo del difunto, el entierro inmediato, la prohibición del contacto directo del difunto con la tierra y de reuniones en el lugar de la muerte, estará completamente fuera de sintonía con los ritos funerarios que se realizan tradicionalmente. Esta alteración de las normas sociales en el tratamiento funerario del cólera convierte a este último en una enfermedad particular. Como las prácticas funerarias, las reuniones y las comidas comunitarias están implicadas en las vías de transmisión de la enfermedad, es necesaria una buena concienciación para acompañar esta medida.

En cuanto a las acciones preventivas que deben promoverse para reducir los riesgos de propagación del cólera, será muy útil el acceso al agua potable para beber, para las abluciones, para lavarse las manos regularmente con jabón antes de preparar las comidas, para comer, para alimentar a los bebés o a los niños. Lo mismo ocurre con recordar las reglas de higiene para lavarse las manos y las uñas después de ir al baño, antes y después de ir al baño a un niño. También se deben promover fuertemente otras normas de higiene como cepillarse los dientes con agua potable o hervida, no consumir postres helados o cubitos de hielo, alimentos crudos, excepto frutas y verduras que deben estar peladas o peladas. La regla general esencial es comer alimentos bien cocidos, en recipientes limpios y con las manos y utensilios limpios.

Este conjunto de enfoques de prevención reúne medidas de higiene sencillas que pueden prevenir una epidemia de cólera en Mayotte.

Más allá de esta imprescindible higiene individual, la eliminación de residuos sólidos y líquidos y el uso de sanitarios bien protegidos para que no se viertan materias fecales a la laguna permitirán limitar considerablemente los riesgos de propagación del cólera y otras patologías relacionadas con Higiene y sanidad. La pregunta que hoy se plantea a la sociedad mahorense es precisamente cómo llevar a cabo acciones de prevención del cólera, mientras que el departamento 101 de Francia todavía ofrece hoy, en 2024, condiciones insuficientes de vivienda, higiene pública, acceso al agua potable, gestión de residuos sólidos y tratamiento de aguas residuales.

El cólera, como revelador de políticas públicas fallidas

A modo de recordatorio, cabe señalar que el 30% de los hogares mahoraíes carecen de agua corriente en sus hogares, el 5% tiene acceso a agua potable de una fuente pública y el 6% se abastece de ríos, arroyos o pozos (a menudo contaminados por aguas residuales). y residuos). Los demás recurren a un tercero, un vecino, un familiar. Estas condiciones de acceso al agua requieren transporte y almacenamiento de agua, lo que conlleva un alto riesgo de enfermedades para la población. Además, la política de salud pública es un fracaso y la población sufre la exposición a importantes riesgos para la salud, en particular a enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos o ratas y enfermedades infecciosas relacionadas con el agua estancada (tifoidea, cólera, etc.). Y, por último, Mayotte todavía sufre importantes retrasos en materia de infraestructuras de saneamiento de aguas residuales. Según el censo (Insee 2017), solo el 38% de las viviendas están equipadas con un pozo negro o una fosa séptica y el 42% vierte sus aguas residuales directamente al suelo sin ningún medio de saneamiento.

Es de esperar que la ley de Mayotte que se está elaborando actualmente dé pronto sus frutos. Se trata de un verdadero desafío para los maoríes y para Francia.

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