La encuesta Léger de hoy debe hacer sudar frío al CAQ. El veintiún por ciento es su resultado más bajo desde 2016. El veintiún por ciento significa que una de cada dos personas que apoyó a este partido en las últimas elecciones no volvería a hacerlo.
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Esta mala encuesta coloca al CAQ nuevamente en una peligrosa pendiente descendente. Los estrategas del partido esperaban haber desacelerado este otoño. Desde principios de otoño se observó cierta mejora en el índice de satisfacción y en la intención de voto. Hoy el tobogán volvió a bajar la pendiente.
Quizás aún no lo hayamos visto todo. Cuando Léger explora la hipótesis de unas elecciones con un líder liberal más conocido, como Pablo Rodríguez o Denis Coderre, el CAQ cae al tercer lugar.
Evidentemente, los mensajes de François Legault ya no llegan. Un cierto cansancio y errores evidentes han erosionado su capacidad de convencer a los quebequenses. Cuando el Primer Ministro habla, la población ahora escucha menos.
¿Para qué?
Además del desgaste natural del poder, veo seis elementos clave o momentos críticos que han socavado la confianza en la Coalición Avenir Québec.
- La ausencia de un programa claro y de grandes proyectos movilizadores para este segundo mandato.
- El aumento de los salarios de los funcionarios electos, desacertado en vísperas de las negociaciones del sector público.
- Un déficit récord de 11 mil millones, en un contexto de crecimiento asombroso del tamaño del Estado.
- Una incapacidad para resolver problemas crónicos en nuestros servicios públicos.
- La pérdida de credibilidad ligada a las piruetas en torno al tercer eslabón.
- La impresión de incompetencia e impotencia que surge de la cuestión de la inmigración a pesar de las fuertes intenciones.
El gobierno del CAQ no ha dado a los quebequenses motivos para expulsarlos enojados. El gobierno no está plagado de corrupción. No traicionó a los quebequenses por una cuestión de identidad fundamental.
Pero ya no proporciona razones para querer mantenerlos en el poder. El CAQ ya no realiza grandes proyectos, el equipo no demuestra las capacidades de gestión esperadas y lucha por corregir las deficiencias del Estado que surgen a diario.
Estamos a menos de dos años de la próxima reunión electoral. El tiempo empieza a acabarse para François Legault. Una de las únicas ventajas del CAQ es una cierta fragilidad del oponente que triunfa en las encuestas, el Partido Quebequense, con sólo cuatro escaños.
para moverse
Dejar ir mientras se espera una recuperación milagrosa llevaría al CAQ al matadero. François Legault se enfrenta a dos posibilidades y debe pensar en ellas rápidamente.
O anuncia su retirada de cara a las próximas elecciones y da tiempo a su partido para elegir un nuevo líder y tiempo para que éste se establezca como líder.
O comienza de nuevo después de las vacaciones con una reforma importante y un discurso inaugural que establezca un programa sólido. Un programa lo suficientemente sorprendente y valiente como para que los quebequenses vuelvan a escucharlo.