Al tomar el mando de Etiopía en 2018, el primer ministro Abiy Ahmed mostró su deseo de llevar a cabo reformas ambiciosas, en particular la modernización de una economía altamente controlada por el Estado, muy regulada y poco abierta a la inversión extranjera.
Pero múltiples conflictos internos –incluida la guerra mortal y destructiva en la región norte de Tigray (2020-2022)– han detenido las reformas.
“Este es un nuevo comienzo”, declaró Abiy durante la toma de posesión en Addis Abeba, instando a “los etíopes a correr riesgos”.
“Haremos que el mercado de capitales sea un éxito”, añadió antes de tocar simbólicamente la campana de la Bolsa.
El presidente de la Bolsa de Valores de Etiopía (ESX), Tilahun Kassahun, afirmó, sin dar un calendario, que la ambición era tener 90 empresas cotizadas y cuatro millones de inversores.
El último mercado de valores del país cerró hace casi 50 años, tras la caída del emperador Haile Selassie en 1974 y la llegada al poder de un régimen de inspiración marxista, el Derg, que había nacionalizado la economía.
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La reapertura de la Bolsa “debería haber ocurrido hace mucho tiempo”, afirmó a la AFP el analista independiente Samson Berhane, añadiendo que esto “ayudará a los inversores a recaudar fondos a largo plazo e incluso a regularizar el mercado de obligaciones y el mercado interbancario”.
En los últimos meses, las autoridades han adoptado una serie de reformas económicas para atraer inversores. En diciembre, el Parlamento adoptó una liberalización parcial de su sistema bancario, permitiendo a los actores extranjeros establecerse.
En octubre, el gobierno organizó las primeras ventas de acciones del operador público de telecomunicaciones Ethio Telecom, hasta un 10%.
A finales de julio, para obtener un préstamo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Etiopía anunció una importante reforma del sistema cambiario, entonces muy controlado, permitiendo a los bancos comerciales fijar libremente el tipo de cambio.
Etiopía, segundo país más poblado de África, con unos 120 millones de habitantes, registró altas tasas de crecimiento económico -a menudo superiores al 10% anual- entre 2004 y 2019.
Pero las réplicas de la pandemia de Covid y la guerra en Ucrania han afectado su economía. El crecimiento se situó en un promedio del 5,9% entre 2020 y 2023, mientras que la inflación se disparó del 20,4% al 30,2% durante el mismo período, según el Banco Mundial.
Par Le360 África (con AFP)
10/01/2025 a las 15:09