Hay una piedra en el zapato en el Club de Golf de Augusta (Georgia), y se llama Elizabeth Thacker. El prestigioso club -uno de los más famosos y selectos del país- acoge cada año el Masters, uno de los cuatro torneos anuales que forman parte del Grand Slam. Desde hace varios años, los responsables del lugar realizan periódicamente ampliaciones. En 2019, el “Wall Street Journal” informó que el club había gastado 200 millones de dólares para comprar casas en los alrededores.
Aparcamientos, viviendas y un nuevo campo de 18 hoyos pronto podrían ver la luz. Pero no se trata de tocar la casa de Elizabeth Thacker. De hecho, la estadounidense de 92 años se niega categóricamente a ceder a las llamadas del club, que desde hace varios años intenta recomprar su propiedad para poder demolerla y construir como quiera. La casa del nonagenario vale unos 330.000 dólares y se dice que el club le ofreció al residente varios millones de dólares para que la entregara. Fuera de cuestión.
Hay que decir que Elizabeth construyó esta casa con su marido Herman en 1959, y que allí criaron a sus hijos, nietos y bisnietos. Un valor sentimental inestimable, con el que ninguna cantidad puede competir. “Sí, la casa sigue siendo nuestra. Y sí, mamá todavía vive allí”, confirmó Robin Thacker Rinder a Fox Business la semana pasada.
Ya en 2016, Herman Thacker no dejó dudas sobre su intención de vender su propiedad: “El dinero no lo es todo”, dijo a NJ.com. El nonagenario contó que un representante del club venía periódicamente a verlos para hacerle una oferta y que cada vez él y su esposa lo invitaban a su casa pero rechazaban sistemáticamente su oferta. “Siempre le responderemos lo mismo”, se ríe Herman, fallecido en 2019.
