Después de la República Centroafricana, Mali, Burkina Faso y Níger, aquí está el ejército francés al que se le pide que abandone Chad y Senegal. Con ganas de humillación, ya que estos anuncios africanos parecen haber cogido a París por sorpresa al día siguiente de una visita ministerial. En Oriente Medio, los cambios de opinión franceses parecen demasiado numerosos para seguir siendo legibles. La última, una declaración sobre el respeto de la inmunidad de la que se beneficiaría el Primer Ministro israelí, pocas horas después de un renovado apoyo a las decisiones de la Corte Penal Internacional, que acaba de dictar una orden de detención contra él. Varias veces desde los atentados del 7 de octubre, París ha confundido a sus socios pronunciando simultáneamente discursos considerados contradictorios. Dentro de la UE, la oposición minoritaria de Francia al acuerdo con Mercosur parece subrayar su creciente aislamiento y plantear una vez más la cuestión del debilitamiento de la autoridad política francesa en Bruselas, donde el ex comisario Thierry Breton fue destituido sin contemplaciones. Si a esto le sumamos la parálisis política desde la disolución del verano de 2024, obtenemos lo que llamaremos “el efecto perdedor”, que no es otro que el colapso de la credibilidad estratégica de un Estado considerado afectado por una impotencia crónica. Un debilitamiento quizás temporal, pero con consecuencias inmediatas sobre su capacidad para influir en las grandes cuestiones internacionales y, por tanto, para defender sus intereses en el mundo.
France