El presidente electo Donald Trump, que comenzará su segundo mandato el 20 de enero de 2025, ha despertado preocupación en muchos países al prometer imponer un derecho de aduana “universal” 10 o 20% en todas las importaciones a Estados Unidos, e incluso 25% en productos de Canadá y México (principal socio comercial de Estados Unidos en 2024). También se podría aplicar un impuesto adicional del 10% o más a los productos procedentes de China. ¡Incluso se ha mencionado un impuesto del 100% para todos los BRICS!
¿Reindustrialización o inflación?
Según el presidente electo, estas medidas tienen a la vez un objetivo político (presionar a determinados países) y un objetivo económico (luchar contra el declive industrial y comercial de Estados Unidos).
En el plano macroeconómico, un aumento indiscriminado de los derechos de aduana –tanto de productos fabricados en Estados Unidos como de otros para los que no hay ningún productor en el país– sería, cuando menos, un experimento original.
« Un aumento de los derechos de aduana provocaría una apreciación del dólar que anularía la ganancia de competitividad », predice Sylvain Bersinger, economista jefe de Asterèsen una nota publicada en noviembre. Por lo tanto, a corto plazo no se puede esperar ni la reindustrialización ni la reducción del déficit comercial.
El aumento de los derechos también conduciría a aumento de los precios al consumidor (por el aumento del precio de los bienes importados o de los productos fabricados en el país a un precio superior al de las importaciones) lo que llevaría a la Fed a aumentar sus tipos, y por tanto a hacer más atractivas las inversiones en dólares.
En la práctica, una posible reindustrialización de Estados Unidos requerirá primero grandes inversiones. En este sentido, un aumento específico de los derechos podría ser útil, pero ciertamente no es la única palanca.
¿Interrupción de las cadenas de suministro?
El efecto de estos aumentos de derechos en las cadenas de suministro dependerá en gran medida de su nivel y geografía. Sobre este tema, las declaraciones de Donald Trump han variado a menudo.
Desde el primer mandato de Donald Trump, La economía estadounidense y la economía china ya han iniciado un cierto desacoplamiento.. Los aranceles establecidos por las dos últimas administraciones han acelerado el movimiento para diversificar los suministros. El sur de Asia y México fueron los principales beneficiarios de este movimiento.
Aún así, las empresas estadounidenses con una logística transfronteriza compleja –como las de productos químicos y cosméticos– podrían enfrentar aumentos significativos de costos, particularmente si se imponen aranceles elevados en México.
Pero en el corto plazo, no habrá reubicación en muchos segmentos (como el de embalaje) donde hay pocos o ningún proveedor estadounidense. En efecto, trasladar el suministro a nuevos países no es nada sencillo y puede llevar al menos cinco años, especialmente cuando se necesitan nuevas fábricas.
Desde hace varios años, muchos de nuestros interlocutores predicen una regionalización de las cadenas de suministro. Por ello, los actores más importantes han optado por estar presentes en varios continentes. Aunque hay pocos proveedores globales en el sector cosmético, muchos están presentes a ambos lados del Atlántico.
Desaceleración del comercio internacional
Un acceso más difícil al mercado estadounidense resultaría en una disminución del comercio internacional, que se amplificaría si la economía china se hundiera aún más en la crisis. Podría alcanzar entre el 0,3% y el 3%, dependiendo del nivel y la extensión geográfica de los nuevos aranceles aduaneros y el alcance de las represalias.
La reorganización del comercio mundial podría beneficiar al grupo BRICS, al que acaba de unirse Indonesia. Con la posible excepción de China.
La firma del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y la Mercosur podría así abrir nuevas salidas para ambos sectores. Para la industria cosmética europea, un mercado como Brasil ofrece un enorme potencial de crecimiento. Pero es probable que el coste medioambiental también sea gigantesco.
Porque si la elección de Donald Trump fue uno de los acontecimientos notables de 2024, también es casi seguro que el año pasado fue el más caluroso jamás registrado en el planeta.