TRIBUNA
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Hasta el 9 de junio, un colectivo de investigadores y expertos hará un balance de cinco temas medioambientales para facilitar un análisis informado de los programas de los partidos en las elecciones europeas. Esta semana, el consumo energético de la UE, con el beneficio añadido de un cuestionario al final.
Desde la revolución industrial, la gran mayoría de la energía que impulsa nuestras sociedades proviene del carbón, el petróleo y el gas, que contribuyen directamente al calentamiento global. La Unión Europea (UE) no es una excepción: su consumo de energía –debido principalmente al transporte, la producción de electricidad y el residencial– representa el 77% de sus emisiones de gases de efecto invernadero. La UE se ha fijado objetivos ambiciosos para respetar el acuerdo de París: reducir sus emisiones un 55% en 2030 respecto a las de 1990 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Para tener éxito en este desafío es necesario cambiar los métodos de producción energética y mejorar la eficiencia energética, pero sobre todo reducir consumo. Es a nivel de la UE donde se discuten directivas encaminadas a apoyar determinadas energías, dando lugar a importantes debates, como la inclusión o no de la nuclear y el gas en éstas.
En Europa, el 70% de la energía final consumida procede de combustibles fósiles, y sólo el 12% de la nuclear.
