Servicios públicos: los quebequenses ya no obtienen valor por su dinero… y lo saben

Servicios públicos: los quebequenses ya no obtienen valor por su dinero… y lo saben
Servicios públicos: los quebequenses ya no obtienen valor por su dinero… y lo saben
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A nadie le gusta pagar impuestos. Sin embargo, en las sociedades llamadas avanzadas, es la forma más justa de proporcionar servicios públicos a todos, independientemente de los ingresos de cada persona.

Sin embargo, en Quebec, este contrato social entre los ciudadanos que pagan impuestos y los gobiernos se rompe. No entre los ciudadanos que siguen contribuyendo al tesoro público. El verdadero fracaso está del lado de los funcionarios electos que llevan las riendas.

Frente a unos servicios públicos que con demasiada frecuencia fallan, no sorprende ver a una clara mayoría de quebequenses convencidos de estar “sobrecargados” porque consideran, con razón, que no obtienen lo suficiente por su dinero.

Publicado en nuestras páginas, un estudio reciente de Léger lo confirma de manera inequívoca. Nos enteramos de que “el 75% de los encuestados cree que no obtienen lo suficiente por su dinero teniendo en cuenta los impuestos que pagan y el estado de los servicios públicos, frente a sólo el 17% que encuentra lo que busca”.

Se podría pensar que esto no es nada nuevo. Piensa otra vez. El encuestador Jean-Marc Léger afirma: “Llevo casi 40 años ejerciendo este trabajo y estos son los peores resultados que he visto en materia de eficiencia gubernamental”.

Insatisfacción generalizada

La encuesta muestra que la insatisfacción es tal que trasciende generaciones, partidos políticos y lenguas. Todo el mundo, o casi todo el mundo, está harto.

Como se podría sospechar, la obstinada inaccesibilidad y las numerosas disfunciones del sistema de salud de Quebec están marcando el camino. Resultado: el 67% de los quebequenses cree que el gobierno de Legault “gestiona mal” el tesoro público.

Para un gobierno de “gerentes” cuya marca se basa en la economía, la gestión estatal y los “tableros” que supuestamente miden su desempeño, el veredicto duele.

Si a esto le sumamos su inacción frente a la crisis inmobiliaria que afecta a miles de quebequenses, el juicio de los votantes es coherente.

Observar y competir

La caída de las intenciones de voto del CAQ desde el año pasado se explica, en primer lugar, por una profunda insatisfacción con los servicios públicos que, no siempre, pero sí con demasiada frecuencia, fallan en todas partes.

Cuando además tienes que pagar la asistencia sanitaria directamente de tu propio bolsillo en el sector privado porque en el sector público las listas de espera son interminables, el caldero de la paciencia ciudadana se desborda.

Porque las facturas se acumulan rápidamente. En el sector privado, consultar a un médico general una vez puede costar entre 150 y 300 dólares. Más aún para un especialista.

Un análisis de laboratorio privado –como el que hace el Groupe Santé Biron, del que procede el nuevo “top gun” de la Agence Santé Québec– puede costar cientos de dólares.

¿Una colonoscopia privada? Son más de $1000. ¿Cirugía? Dependiendo de cuál, puede ascender a unas pocas decenas de miles de dólares. Etc.

En una sociedad que envejece como la nuestra, donde muchas personas mayores no tienen esos medios económicos, esto es francamente aterrador.

En resumen, se trata de un contrato social roto. Los quebequenses no tienen más remedio que verlo. Queda por ver si también podrán desafiarlo. O, por el contrario, acabarán resignándose a ello.

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