Reseña: El juego de la reina, de Karim Aïnouz

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Es un eufemismo decir que la presentación de juego de reina en el último festival de Cannes, que marcó los primeros pasos en competición de Karim Aïnouz (autor del célebre La vida invisible de Eurídice Gusmão) decepcionado. Si el marco de la narrativa histórica resalta aún más el impulso académico hacia el tema que ya inervó su ficción anterior (aquí también se trata de denunciar un sistema patriarcal), es difícil creer que se trate del mismo cineasta: el resultado se parece una impersonal película para televisión de lujo que cuenta la historia real (pero muy ficticia) de Catherine Parr (Alicia Vikander), la sexta esposa de Enrique VIII (Jude Law).

El guión se contenta con resaltar los puntos principales de la historia: el rey Tudor, encarnación de una masculinidad enferma, ve su pierna (léase: su pene) llena de pus hasta el punto de infectarse, mientras que el amante de Parr, Thomas Seymour, termina hasta darle la espalda cobardemente a su aliado, por apego a su posición dentro de la corte. Este divertido detalle argumental, visiblemente ficticio (en realidad, Thomas Seymour se casó con Parr después de la muerte de Enrique VIII), refleja el deseo insistente de Aïnouz de extraer de este trozo de Historia una alegoría de la condición femenina, a riesgo de idealizar a su heroína, presentada como la personificación de un protofeminismo que salvó a la Inglaterra del siglo XVI del oscurantismo y la tiranía. El resultado es un drama tan edificante como casual, que se habría visto más en la sección “Películas de época” de Netflix que en el Grand Théâtre Lumière.

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NEXT Esta película es un plagio vergonzoso de Star Wars y hoy todos la han olvidado porque era muy mala.