Desde principios de 2024, el sector de la cafetería y la restauración en Marruecos se ha visto gravemente afectado por una situación económica especialmente difícil. Una reunión celebrada este jueves 2 de enero en Rabat permitió a los representantes del Sindicato Nacional de Cafeteros y Restaurantes hacer oír su voz. Convocada por el Secretario de Estado de Trabajo, Hicham Sabiry, esta reunión permitió poner sobre la mesa los numerosos problemas que enfrenta este sector de la economía nacional.
Los proveedores de servicios del sector son unánimes: están sufriendo grandes pérdidas, muchas de las cuales se deben a las consecuencias de la pandemia de COVID-19. La crisis sanitaria ha provocado una drástica reducción de su facturación, reforzada por las restricciones sanitarias que han limitado la actividad comercial. Hoy, aunque se hayan levantado las medidas, la recuperación sigue siendo frágil, según los profesionales que no ocultan su consternación ante una situación que parece empeorar con la inflación.
El aumento de los precios de las materias primas, los productos alimenticios y la energía tuvo un impacto inmediato en la rentabilidad de los establecimientos. Esta inflación, que afecta duramente a los costes de producción, agrava una situación ya de por sí precaria. En los establecimientos se escuchan murmullos de hartazgo. Una cafetería o un restaurante deben ahora hacer malabarismos con unos costes en constante aumento y al mismo tiempo tener que lidiar con una clientela cada vez más sensible a los aumentos de precios. “ Ya no podemos seguir », confiesa el propietario de un café en Casablanca. “ Los márgenes son cada vez más pequeños y, con la inflación, a menudo tenemos que cerrar antes o reducir nuestra oferta para limitar las pérdidas. »
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La reunión de Rabat permitió plantear estas preocupaciones ante las autoridades competentes. Los representantes de cafeterías y restaurantes se centraron en dos cuestiones principales: los elevados atrasos y las sanciones impuestas por la Caja Nacional de Seguridad Social (CNSS) y un marco fiscal considerado rígido e inadecuado a las especificidades del sector. La acumulación de deudas con la CNSS, provocada por la dificultad de pagar las cotizaciones durante los períodos de crisis, se considera una carga insoportable para muchos restauradores. Las sanciones económicas resultantes se suman a una situación ya desastrosa para algunos profesionales del sector.
Hicham Sabiry, secretario de Estado, reaccionó positivamente a las preocupaciones de los profesionales. Prometió colaborar con otras instituciones para examinar soluciones viables que ayudarían a desactivar esta crisis. Según él, es fundamental una regularización gradual y justa de los atrasos al CNSS. También recordó la necesidad de adoptar una cobertura social generalizada, lo que, según dijo, contribuiría a la sostenibilidad del sector.
Sin embargo, uno de los puntos más preocupantes planteados durante esta reunión sigue siendo la falta de regularización de los empleados en cafeterías y restaurantes. Una proporción importante de los trabajadores del sector aún no están declarados ante la CNSS, lo que plantea interrogantes sobre su seguridad social y sus derechos en caso de problema. La falta de cifras precisas sobre esta cuestión complica la situación. Las estimaciones varían, pero una gran mayoría de los empleados, especialmente en las empresas pequeñas, escapan a cualquier cobertura de seguridad social, lo que los deja en una situación de precariedad que se suma a una larga lista de dificultades.
El Secretario de Estado también insistió en el proyecto de reforma tributaria en curso. Los profesionales del sector consideran necesaria una revisión del marco fiscal, que piden un sistema más adaptado a las realidades de su actividad.
Marruecos, a pesar del apoyo institucional, sigue registrando cifras difíciles. En 2024 se han registrado más de 40.000 quiebras empresariales, un fenómeno que, según los observadores, refleja una crisis de confianza y un entorno económico difícil de entender. Lamentablemente, el sector de la cafetería y la restauración es una de las víctimas colaterales de esta situación. Los proveedores de este sector, que se han visto obligados a reducir su plantilla, aumentar los precios e invertir en soluciones para sobrevivir, ya no ocultan su preocupación por el futuro.