“La cultura ya no tiene peso en el debate político”

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Tiago Rodrigues y Eric Ruf, en la Comédie-Française, en París, el 13 de junio de 2024. STÉPHANE LAVOUÉ PARA “EL MUNDO”

Eric Ruf, de 55 años, administrador de la Comédie-Française, tiene una herencia familiar ligada a la extrema derecha. El dramaturgo y director portugués Tiago Rodrigues, de 47 años, director del Festival de Aviñón, recibió el premio “Revolución de los claveles”. Mientras que el segundo subirá en julio Hécuba, no HécubaSegún Eurípides, con la compañía del francés, ambos vinculan la actual crisis democrática a la que afecta a la interpretación en vivo, como síntoma de un colapso de los valores del servicio público.

¿Qué opina de los resultados de las elecciones europeas del 9 de junio y de la posible llegada al poder de la Agrupación Nacional (RN) en julio?

Eric Ruf: Yo no soy hijo de una revolución, sino de una neutralidad un tanto sospechosa, ya sea suiza o noruega. Soy hijo de un hombre que votó por el Frente Nacional y amaba a mi padre, a pesar de todo, porque era mi padre. Así que desde hace mucho tiempo tengo una idea y un punto de vista sobre esto: debido a esta historia familiar, no puedo simplemente estimar que un cierto porcentaje de la población es estúpida. Veo lo importantes que pueden ser las paradojas. Mi padre, que era médico, nos hizo estudiar humanidades, griego y latín, y leer Semanario Nacional. Desde la adolescencia tuve la sensación de incomprensión de que él pudiera pasar de uno a otro sin que le estallara en la cara. Tengo la impresión de un ciclo, de un eterno retorno que no deja de preocuparme. Y tengo la sensación de que hace mucho tiempo que no somos capaces de captar la complejidad del mundo.

Tiago Rodríguez: Creo que una de las cuestiones fundamentales es la de los valores, y está muy ligada a la cuestión cultural. En Francia, y no arriesgo el menor chovinismo al decirlo como portugués recién llegado, todavía quedan ochenta años de democratización del acceso a la cultura, de la relación con la educación nacional, con la juventud, con el ámbito social, que son ejemplares. , y todo ello en un contexto de diversidad cultural, de apertura al mundo. Lo que produjo esta aventura que no ha terminado, aunque esté en peligro, fueron los valores: una idea, una creencia, ciertamente incuantificable, de que la cultura creaba cohesión social, favorecía la promoción de la diferencia, del debate, enriquecía la democracia con un complejo discurso. Sin embargo, los partidos políticos de todos los bandos han traicionado estos valores y su defensa. Hay un distanciamiento en el discurso político público del valor de la cultura, de su importancia. Hemos entrado en una era de debate estratégico electoral absolutamente pragmático, incluso cínico, que abandona los valores y el debate de ideas.

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