El conmovedor testimonio de un superviviente del campo de Struthof: una escultura contra el olvido

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Pierre Rolinet sobrevivió al campo de concentración nazi de Naztweiler-Struthof en la anexada Alsacia. La escultora Cécile Raynal viene a reunirse con él durante unos días para realizar un retrato, en homenaje a todas las víctimas de este campo. De su intercambio y del barro nacen dos esculturas contra el olvido. “Esculpir la memoria” es un documental de Jean-Marie Gigon.

Una escultura contra el olvido. Es el proceso de creación de un retrato esculpido al que Jean-Marie Gigon le invita a participar en su documental “Esculpiendo la memoria“. Cécile Raynal, artista escultora, acude durante varios días seguidos a Pierre Rollinet para realizar su retrato.

El retrato se instalará frente al campo de concentración de Naztweiler-Struthof en Alsacia como homenaje a todas las víctimas de la barbarie nazi. Pierre Rollinet, que tenía 98 años en el momento del rodaje, es un superviviente del campo. Mientras Cécile Raynal esculpe, él habla del infierno, testifica.

De la escucha y la observación mutua nace la escultura que servirá de baluarte contra el olvido. El anciano ya murió. Esta escultura habrá sido su último testimonio.

Aquí te damos tres razones para ver este documental disponible aquí.

No hay ira en la voz de Pierre Rollinet. Tampoco hay ganas de repetir los terribles momentos y las luchas por la supervivencia entre los deportados. El hombre sólo quiere presenciar escenas de solidaridad. Como aquel día, cuando llegó al campo con un grupo de combatientes de la resistencia francesa. Después uno de ellos gritó “Viva De Gaulle” y todo el grupo fue castigado: “nadie quiso decir quien era [qui avait crié]. Os dispararán a todos. Nos hicieron trabajar un día: cavamos una zanja y los demás rellenaron detrás. Los rusos colaboraron desde sus cuarteles para darnos un pedacito de pan por la noche.

La dignidad del anciano impone respeto. Así será durante todo el documental.

Mientras él habla, ella esculpe. Con su mirada intensa, Cécile Raynal escudriña, interroga y penetra el rostro de su modelo. De sus manos ágiles y sueltas, poco a poco, emerge una silueta frágil y fuerte. La de un hombre sentado, de piernas largas, mirando hacia adelante. Luego, un busto del mismo hombre, pensativo y resistente, con la mano fuerte extendida delante de la barbilla a modo de introducción al testimonio. Dos representaciones, dos facetas que lee a través de las palabras de Pierre. Su tierra que se hace hombre.

no hago mucho” le dijo a Pedro, “Lo dejé venir. Espero ser un alambique que pueda recibir las horas que pasamos juntos. Usted y yo. ¡Él allí! [Elle montre le buste]. Esto es entre tú y yo. No estoy ausente. No pretendo ser objetivo.” Ella agrega “No es una foto. Hago retratos. Si viene otro escultor y hace otro retrato, no se parecerá en nada al que hice yo. Incluso cuando intentamos acercarnos lo más posible a la verdad, sigue siendo una fábula.

¡El arte de ser artista! La destreza de las manos, la mirada penetrante y el quieto, los secretos de la receta artística de Cécile.

Porque Pierre, a pesar del peso de los años, conserva su mirada traviesa. Ciertamente sus movimientos son más lentos, pero no su mente. Acepta sin quejarse las largas horas de exposición que le impone su condición de modelo. Aunque a medida que pasan los días sentimos que el cansancio va apareciendo. Su rara impaciencia se manifiesta cuando tiene hambre. “Bien ! Voy a comer ! Tengo el derecho ?”, dice con bravuconería, poniendo fin a la sesión matutina. El artista sólo tiene que detenerse mientras espera que su modelo regrese después de su siesta.

Y luego, con una buena dosis de humor negro, el anciano le hace preguntas al escultor sobre el proceso de finalización de la obra. Ella le cuenta sobre el horno y la cocina. “Nunca pensé que algún día me cocinarían”. luego exclama “ Si me hubieran quemado… pero no cocinado !”

A lo que Cécile, la artista, responde: “Estoy aquí, frente a este señor que me dice, ¡podría haber terminado en cenizas y me van a cocinar! Y eso te va a hacer eterna, ¡¿te das cuenta?!”. Un bonito desaire a la trágica historia que vivió.

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