Minería ilegal de minerales en la República Democrática del Congo.

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Kivu del Sur, 6 de enero de 2025 – En lo profundo de las exuberantes montañas de Kivu del Sur, la riqueza de la tierra congoleña se convierte en una maldición silenciosa. De hecho, los servicios de seguridad de esta región se esfuerzan por desenredar los hilos de una compleja red de saqueos y complicidades, donde el oro brilla tanto por su brillo como por la sombra que proyecta sobre las almas.

Una noche de persecución en la carretera nacional 2

El sábado, la oscuridad de la noche se había extendido como un velo sobre la carretera nacional 2. Fue en esta arteria donde el Jeep Land Cruiser, como un barco fantasma, surcó el aire a gran velocidad, llevando en su panza metálica a tres ciudadanos chinos. , un intérprete, un conductor y dos soldados del ejército congoleño. Un cargamento precioso, mucho más que el oro que llevaban: sueños y destinos, varados en el polvo de Kivu del Sur.

Alertadas, las fuerzas de seguridad partieron en persecución de este convoy, arrebatando así sus secretos de oro a la noche. Debajo de los asientos y en las puertas, había una docena de lingotes de oro y fajos de billetes de 100 dólares escondidos, esperando ser robados de los ojos del mundo.

El grito del gobernador Purusi: el eco de una lucha solitaria contra la explotación ilegal de minerales en Kivu del Sur

El gobernador Jean-Jacques Purusi, con el rostro endurecido por la lucha, expresó su amargura por este descubrimiento. “Y eso es una décima parte de lo que ya han gastado”, suspira, como un hombre que contempla la sombra de la esperanza en un valle de desesperación. Además, desde hace meses libra una guerra casi personal contra la explotación ilegal de minerales, una lucha encarnizada contra un dragón de mil cabezas, donde cada victoria parece ser sólo una gota en el océano de la ilegalidad. .

Una trágica repetición: el caso de Mubimbi

Esta escena no es aislada. Dos semanas antes, las autoridades habían detenido a otros diecisiete ciudadanos chinos en la zona minera de Mubimbi, en Walungu. Pero el gobernador había visto, con impotencia mezclada con ira, a trece de ellos liberados por orden de Kinshasa, como si la capital, encaramada en su trono de mármol, hubiera decidido hacer la vista gorda ante el drama de Kivu del Sur.

Néné Bintu, presidente de la sociedad civil de Kivu del Sur, pide más claridad en esta cuestión, evocando una complicidad enterrada en lo más profundo de Kinshasa y más allá de las fronteras. El diputado nacional Trésor Lutala Mutiki, como un guerrero de la esperanza, insta al gobernador a mantenerse firme y a no ceder bajo el peso de la intimidación y de las presiones, para que esta riqueza, que rezuma del suelo congoleño, beneficie finalmente a las comunidades locales.

En definitiva, en esta tierra donde la tierra sangra oro, cada arresto, cada lingote incautado es un grito de dolor de un país en busca de justicia. El oro de Kivu del Sur, en lugar de ser una bendición, se convierte en el testigo mudo de una explotación que no pronuncia su nombre, de una riqueza que se evapora en los bolsillos de quienes no conocen el color del suelo congoleño.

El destino de Kivu del Sur, como un poema inacabado, permanece en suspenso, a la espera de una justicia que no sea un espejismo, sino una realidad, brillante y pura como el oro que le han robado.

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