A menudo terriblemente inconsistentes de un semestre a otro, los Marítimos han hecho de este su gran proyecto para el cambio de año.
Grégory Alldritt, criado en la escuela O’Gara durante cinco años, ya no está muy lejos de alcanzar el nivel del irlandés, un maestro de la comunicación. El sábado pasado, tras la estrecha victoria ante el Clermont (20-15 y el marcador al descanso 17-3), el capitán de La Rochelle tenía en mente un mensaje muy concreto que transmitir a la vez que sacrificaba el ejercicio mediático. Y sólo nos acordamos de eso o casi de los pocos minutos que pasamos haciendo “la boca quisquillosa” : partido objetivo (por fin) completo, en Cataluña.
Piezas seleccionadas: “El jueves volvemos a entrenar con mucha humildad y ganas de preparar este partido de Perpignan para ir a jugar allí ochenta minutos y desafiarlos. […] Ahora hay que soltarse y dar el 100% durante ochenta minutos. […] Cuando todos estamos en la misma onda, cuando aumentamos la intensidad, cuando nos movemos, somos muy peligrosos. Ahora tenemos que conseguir hacerlo durante ochenta minutos”. No es una tarea fácil cuando, como admite el propio entrenador Rémi Talès, sus “dos caras” han estado sintonizados casi exclusivamente en “cuarenta minutos” desde el inicio de la temporada.
No sólo Toulouse y Leinster en la vida
“No podemos unir dos mitades, Ultan Dillane, segundo de fila, criticó a Clermont y opuso una explicación psicológica a esta corriente alterna. En la segunda parte, mentalmente no estábamos ahí. Cuando recibes dos tarjetas amarillas, resulta muy difícil ganar un partido. En partidos importantes como contra Toulouse y Leinster, encontramos la manera de entrar en juego, jugamos más de ochenta minutos. En otros partidos, cuando creemos que lo estamos haciendo bien, nos quedamos dormidos. Todo se reduce a una cuestión mental. Somos capaces de matar un partido y tenemos que rectificar eso la próxima semana”.
En Aimé-Giral, “La estrategia será muy simple: compromiso y disciplina. Permanecemos en el partido durante ochenta minutos, no cometemos ningún error y, como Jules Favre en tres cuartos, aplastamos a los muchachos en la cara”. Es hora de actuar, al final de la primera fase.
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