Járkov: una derrota firmada por Trump

Járkov: una derrota firmada por Trump
Járkov: una derrota firmada por Trump
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Lo que está sucediendo en el frente de batalla en Ucrania constituye un anticipo de las políticas exteriores que Donald Trump pretende implementar si resulta elegido.

Trump es un aislacionista. Según él, cuanto menos se involucre Estados Unidos en el exterior, mejor será la economía estadounidense.

Esta visión simplista del mundo siempre ha sido una fuerte tentación para el estadounidense promedio que es incapaz de ubicar a Ucrania, Irak o Afganistán en un mapa.

La paliza que están recibiendo los ucranianos en la región de Járkov no depende, por supuesto, sólo de los trumpistas. La corrupción en Ucrania y la débil respuesta de los europeos también cuentan.

Pero la vacilación de los republicanos en el Congreso estadounidense a la hora de votar a favor de una nueva ayuda militar a los ucranianos ha allanado el camino para los avances rusos en los últimos días. El ejército ucraniano tiene escasez de municiones.

Hambriento de ganancia

¿Un Trump reelegido enviaría más dinero a los ucranianos? Ciertamente no. Trump sólo sirve a un dios: las ganancias. Su lógica internacional es la de un comerciante de alfombras. Hambriento de ganancias, no le importa el resto.

Las instituciones internacionales, los problemas medioambientales, la soberanía de los pueblos no le interesan.

Lo que quiere es que las empresas estadounidenses puedan vender tantos productos como sea posible a tantos países como sea posible.

No le interesa si los ucranianos viven o no bajo el control de un dictador ruso. ¿Podrá o no abrir campos de golf en Ucrania, Rusia, China o incluso Irán o Corea del Norte? Esto es lo que capta su atención.

Lamentablemente, Trump no entiende que la época dorada que atraviesa la humanidad se basa en la defensa de los derechos humanos y la democracia.

A Trump no le gustan ni los derechos ni la democracia, porque ambos le impiden obtener tantas ganancias como le gustaría.

Explicaciones innecesarias

No intenten explicarle que la falta de derechos humanos y la ausencia de democracia son la causa del colapso de la URSS y que China está siguiendo la misma trayectoria.

No tiene ningún respeto por la democracia. Declaró que sería un dictador en su primer día en el cargo. Sólo el primer día. ¿Es hora de establecer reglas dictatoriales?

Trump afirmó recientemente que estaba bromeando. Nos gustaría creerlo. Desgraciadamente, desde hace meses lleva a cabo una campaña de captación de 20.000 fieles entre los fieles a los que pretende nombrar para puestos importantes en la administración pública.

Cuestión de que nadie vuelva a hacer la trampa de su exvicepresidente Mike Pence y se niegue a obedecer sus órdenes, aunque sean ilegales.

Quienes todavía dudan de la deriva que afectaría a la política exterior de Trump sólo necesitan recordar que debilitó considerablemente al Secretario de Estado mientras estuvo en el cargo.

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