cilindro de gas este amigo que nos mantiene en vilo

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En la encrucijada de las expectativas populares y las promesas gubernamentales, los ciudadanos marroquíes viven ahora al ritmo de la especulación en torno al precio de una bombona de gas. Es un poco como esperar el veredicto en un gran reality show de televisión. Excepto que aquí el suspenso concierne a las billeteras de millones de hogares más que al resultado de un romance televisivo.

Sin embargo, el jefe de gobierno, como un buen maestro que dirige una orquesta algo desafinada, había intentado tocar la sinfonía de la “estabilidad de precios”, prometiendo firmemente que los subsidios mantendrían los precios a niveles soportables. Sin embargo, la realidad se parece más a una cacofonía en la que cada anuncio suena menos como una nota de esperanza y más como una nota falsa prolongada.

En los últimos cinco años, la subvención media anual asignada por cada bombona de gas butano de 12 kg ha aumentado significativamente, de 58 dírhams en 2018 a 95 dírhams en 2022. Durante el período comprendido entre enero y septiembre de 2023, esta subvención media se estabilizó en torno a 68 dírhams. “ El Fondo de Compensación no se desmantelará por completo y los precios no se liberalizarán por completo », sugirió el jefe del Ejecutivo el pasado mes de octubre, durante una sesión parlamentaria en la que se discutía el apoyo social directo.

Además, se prometió que en abril de 2024 el precio de venta al público de una bombona de gas de 12 kg aumentaría 10 dírhams cada año, pasando de 40 a 50 dírhams para este ejercicio. Este aumento de precios se aplicará gradualmente y, en 2026, el coste para el consumidor alcanzará los 70 dirhams. Por el momento y tras el mes sagrado del Ramadán, esto todavía no es así a finales de abril. Los profesionales no subieron los precios a falta de un comunicado oficial. Mientras dure, como diría alguien más.

Para el año 2023, se preveía que el Fondo de Compensación costaría cerca de 16 mil millones de dírhams al presupuesto estatal, suma destinada principalmente a sostener los precios del gas, la harina y el petróleo. Ante la necesidad de financiar diversos programas como salud, seguridad social y educación, incluida la educación superior, el Estado dependió de los ingresos tributarios, pero también consideró reducir sus gastos. El precio de la bombona de gas se fijó entonces en 50 dírhams, mientras que el Ejecutivo seguirá subvencionando la diferencia, que actualmente asciende a 90 dírhams, para alcanzar un coste real de 140 dírhams.

Por el momento, prevalece la continuidad. Por tanto, la pregunta que ahora atormenta las mentes: ¿aplazamiento o cancelación? Las amas de casa marroquíes y su moisés ya no saben qué camino tomar. Algunos susurran que en este mes de mayo en el que podemos hacer lo que queramos, un conejo podría saltar del sombrero del mago para anunciar que los precios del gas butano en la aventura, efectivamente, seguirán el curso del aumento.

Pero, en realidad, las familias marroquíes están reunidas alrededor de la mesa, mirando no las hojas de té para predecir el futuro, sino las páginas de los periódicos, con la esperanza de descifrar el futuro de los precios del gas. Mientras tanto, los políticos debaten, las cámaras graban y las promesas electorales y de otro tipo flotan en el aire, tan volátiles como el propio gas.

En este extraño culebrón de gestión energética que es el gas butano, cada anuncio gubernamental parece un cliffhanger, dejando en vilo la estabilidad de los precios, como un episodio de una gran saga donde nunca faltan las idas y venidas. Esta técnica narrativa, habitualmente explotada en series de televisión, películas, libros e incluso en determinados videojuegos, resulta extrañamente relevante para describir la situación energética actual.

Su objetivo es generar un suspenso cautivador, manteniendo al público en vilo, ansioso por descubrir qué sucede a continuación. El término “suspenso” aquí evoca la imagen de un personaje literalmente colgado al borde de un acantilado, una metáfora perfecta de la evanescente promesa de estabilidad de precios. En esta absurda telenovela, el ciudadano, como espectador indefenso, espera que con cada nuevo anuncio, el próximo “episodio” finalmente le traiga noticias que disipen sus preocupaciones.

Mientras tanto, la vida continúa, entre la ansiedad y la esperanza, en un Marruecos donde la gestión de las subvenciones al gas bien podría ser el próximo gran escenario de una superproducción… o de una serie, en la que cada día trae sus sorpresas, y rara vez los buenos.

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