es caro y mal nutrido

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Nuestro modelo agrícola, establecido después de la Segunda Guerra Mundial, está hoy en sus últimas etapas: mala calidad nutricional, agotamiento de los recursos naturales, contaminación de todo tipo e ingresos insuficientes para muchos agricultores… Sin embargo, es costoso para los agricultores. ciudadanos, según revela un grupo de asociaciones y científicos en un informe presentado este mes. Más allá de las cifras, este trabajo permite comprender qué se esconde detrás de la oferta alimentaria que se ofrece en las tiendas.

Calcular el coste real de nuestros alimentos significa abrir la “caja negra” de nuestro sistema alimentario: ¿quién gana qué? ¿quién paga qué? ¿Qué producimos realmente y qué comemos en última instancia?

Cuatro asociaciones (Catholic Relief, Solidaridad Campesina, Federación Francesa de Diabéticos, Red Civam) han confiado a la oficina de diseño Le Basic, al Instituto de Economía para el Clima (I4CE), así como a un comité científico, la realización de este ejercicio contable sin precedentes.

Revisión detallada de este informe a través de cuatro cifras clave.

El 6,9% del precio pagado en caja por nuestra cesta de alimentos va al agricultor

Primera observación: entre 1975 y 2000, el precio de los productos agrícolas se redujo a la mitad. Esta disminución fue posible gracias a un aumento de la productividad (mecanización, uso de fertilizantes y pesticidas sintéticos, selección de semillas, ampliación de las explotaciones agrícolas).

Otro cambio importante respecto a los años de la posguerra: el 76% de nuestras compras de alimentos se realizan hoy en los supermercados, un método de distribución que no existía en los años 50 (el primer hipermercado abrió en 1960).

Además, compramos cada vez menos alimentos crudos o mínimamente procesados, como el pan del panadero, y comemos cada vez más comidas fuera de casa.

Por lo tanto, los procesadores de productos agrícolas desempeñan un papel clave en este sistema. En concreto, además de los cereales cultivados para alimentar a los animales (el 80% de la producción agrícola en Francia), una gran parte de las cosechas de los agricultores ya no acaban directamente en nuestros platos o en nuestras ollas, sino que pasan por las fábricas de transformación o las cocinas de los restaurantes.

Así, si bien los precios de los productos agrícolas han caído drásticamente para los agricultores, los consumidores se han beneficiado poco. Son principalmente los sectores de procesamiento y distribución los que han captado las ganancias: hoy, el 50% del precio final se paga en c[…]

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