Curiosamente, Porsche nunca ha sido fanático de los récords de velocidad ni de los superdeportivos. No es que en Zuffenhausen nos burlemos de los cronógrafos y de los coches extremadamente raros y numerados, sino que la marca ha privilegiado la deportividad por encima de las velocidades máximas, y los coches producidos en serie por encima de las joyas de series ultralimitadas.
Bueno, casi siempre. Porque Porsche siempre ha querido producir coches destinados a las carreras, y que a menudo se fabricaban precisamente para eso, aunque procedieran de modelos conocidos. Fue así como, cuando en 1982 apareció el monstruoso Grupo B en el campeonato mundial de rally, los directivos de la marca alemana se interesaron mucho por esta categoría, lo que reavivó el interés por la disciplina. Nos pusimos en marcha y, un año después, en el Salón del Automóvil de Frankfurt, apareció una “silueta” en el stand de Porsche. Es un 911, pero está alargado, aplanado, sus faros parecen haberse fundido con la carrocería: se llama Gruppe B.
450 CV desde un 6 plano
De momento no tiene motor y sólo estamos especulando sobre su potencia. 350? ¿400 CV? No sabemos nada. Hay que esperar. En Zuffenhausen buscamos, trabajamos y dos años después el coche está listo. ¿El reglamento de la FIA exige que se produzcan 200 ejemplares de un modelo para uso civil? No hay problema. El que ahora se denomina 959 también estará destinado a la carretera.
Pero un año después, ocurrió el desastre: el Grupo B fue cancelado tras varios accidentes fatales. Por tanto, el 959 será un coche de producción sencillo. Aunque no es tan simple. Partiendo del viejo motor bóxer de 2,8 litros y 160 CV, los ingenieros le añadirán dos turbos y obtendrán 450 CV. La aceleración de 0/100 km/h se alcanza en 4,1 segundos.
Es 1987 y los pedidos llevan abiertos tres años. Los compradores están pataleando con impaciencia. Sobre todo porque vieron cómo un 959 ganaba el Dakar y otro estaba alineado en la salida de Le Mans. Pero en la fábrica no tenemos prisa y, sobre todo, no estamos acostumbrados a fabricar coches de forma artesanal. Sin embargo, no se trata de ensamblar 959 en una línea de montaje.
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Mientras todo el mundo se toma su tiempo, el excepcional Porsche se lo pasará en grande. El 959 se convirtió simplemente en 1987 en el coche de carretera más rápido del mundo, con una versión 959 S que tenía nada menos que 508 CV. Su velocidad es de 339 km/h. La misma marca, y el mismo coche, cuya política aún no consiste en alinear superdeportivos, venderá 284 ejemplares de su 959, frenando costes en 1988.
Para una marca que no persigue récords ni rarezas, la aventura del 959 es cómica. Sobre todo porque ahora se vende un ejemplar por más de 1,5 millones de euros. En cuanto al récord mundial de velocidad, no fue destronado durante 26 años. Y el coche que lo enterró es otro Porsche, el 918 Spyder híbrido que desarrolla 887 CV y alcanza los 345 km/h en 2013.
Por lo demás, Porsche sigue sin pretender ser un cazador de récords.
