En el Instituto Curie, como en todos los centros oncológicos, la imagen está omnipresente. Desde la simple mamografía hasta la resonancia magnética más sofisticada, las imágenes son fundamentales para que los oncólogos adapten sus tratamientos. Información de Tara Schlegel.
La Inteligencia Artificial, desde hace varios años, es una valiosa ayuda para los equipos. Así, la doctora Caroline Malhaire, radióloga e investigadora, explica que la IA ya “lee” las imágenes resultantes de los exámenes realizados a los pacientes. Y en ocasiones la “inteligencia” es capaz de detectar lo que el ojo humano no necesariamente habría visto.
Está, por ejemplo, el caso de esta paciente que acudió por un cáncer en la mama derecha y cuyo pecho izquierdo finalmente resultó tener un pequeño tumor que la IA identifica. “En este caso específico, la máquina no solo vio esta forma un tanto sospechosa, sino que también pudo decirnos que se encontraba en la imagen número 10 de la serie”. Obviamente, esta ayuda de diagnóstico ahorra mucho tiempo a los médicos y también garantiza que determinadas lesiones malignas no pasen desapercibidas.
Pero el progreso en inteligencia artificial no termina ahí. Como explica en esencia la profesora Irène Buvat, directora de investigación del CNRS y directora del laboratorio de Imagen Traslacional en Oncología del Instituto Curie/Inserm, el software es capaz de realizar verdaderas hazañas. Ya sabíamos que la IA “funcionaba muy bien para detectar automáticamente anomalías en las imágenes y separar automáticamente las imágenes normales de las patológicas”, pero ahora, continúa el profesor Buvat, estamos seguros de que la IA puede ir más allá: “La inteligencia artificial es muy útil porque puede, conjuntamente manipular y analizar una gran cantidad de datos. Nuestro cerebro tiene una capacidad analítica limitada; puede analizar entre 4 y 7 variables observando las correlaciones pero no podrá ir más allá. »
Mientras que los algoritmos, como hemos entendido, hacen malabarismos fácilmente entre miles de detalles que han almacenado.
Así, los investigadores han conseguido, en colaboración con los fabricantes de estas máquinas, enseñar a la IA a predecir el resultado de un paciente: su tasa de supervivencia, posibles complicaciones, etc. Esto es especialmente importante para las mujeres con cáncer “triple negativo”. Este cáncer es el más peligroso de los cánceres de mama con una tasa de supervivencia a 5 años que no supera el 11%.
Ya están en marcha varios ensayos clínicos para validar estas predicciones y mañana, ya podemos decir, la IA podrá saber antes que los médicos y el paciente cuál será su respuesta al tratamiento elegido. Estos algoritmos serán entonces una ayuda imprescindible, no sólo para el diagnóstico, sino también para la propia atención, que será cada vez más personalizada.
