Migrantes abusados ​​y expulsados ​​en medio del desierto

Migrantes abusados ​​y expulsados ​​en medio del desierto
Migrantes abusados ​​y expulsados ​​en medio del desierto
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La política migratoria de Argelia cruzó un nuevo umbral en 2024 con la expulsión de 31.404 inmigrantes a Níger, una cifra que supera todo lo observado en los últimos años y que denuncia una política de brutalidad sin precedentes. Esta gestión de la migración, lejos de respetar los principios humanitarios más básicos, revela una cruel indiferencia ante el sufrimiento humano, en particular hacia los más vulnerables: mujeres, niños y personas en situaciones extremadamente precarias.

A partir de enero de 2024, las autoridades argelinas incrementaron las expulsiones masivas, instaurando una máquina de represión sistemática, marcada por métodos violentos y degradantes. Según la ONG Alarme Phone Sahara, que ha revelado estas cifras condenatorias, la política de expulsión de Argelia se califica de “mortal” y “violenta”, calificativo que subraya la inhumanidad de tal enfoque. No sólo se ven afectados los hombres adultos, sino también las mujeres, los menores, los ancianos e incluso las mujeres embarazadas, abandonados en zonas desérticas tras haber sido brutalmente expulsados.

Entre enero y agosto de 2024, más de 20.000 inmigrantes fueron enviados a Níger, una cifra escalofriante que pone de relieve la gravedad de esta política inhumanista. Argelia, lejos de adoptar medidas responsables y respetuosas de los derechos humanos, parece embarcarse en una empresa de erradicación, donde la deshumanización de los migrantes se ha convertido en la norma.

Los testimonios recogidos por la ONG son contundentes. Moctar Dan Yaye, responsable de comunicación de Alarme Phone Sahara, habla de redadas violentas llevadas a cabo en hogares, lugares de trabajo e incluso en las fronteras de Túnez. Los inmigrantes, arrestados brutalmente, son luego hacinados en condiciones inhumanas en el sur de Argelia, antes de ser transportados en camiones, a menudo en viajes interminables, a Níger. Estas condiciones de transporte, sin comida, sin agua, son tan crueles como las propias expulsiones. Una vez que llegan a Níger, estos migrantes se encuentran abandonados en zonas remotas, expuestos al hambre, las enfermedades y la violencia.

La situación es aún más trágica porque estas expulsiones no son sólo una violación de los derechos de los inmigrantes, sino una condena a una vida de miseria y desesperación. A Argelia parece no importarle en absoluto las consecuencias humanas de estas expulsiones masivas. Los migrantes expulsados ​​a menudo no tienen recursos, apoyo ni perspectivas de futuro. Son rechazados como objetos desechables, en un sistema migratorio desprovisto de toda compasión.

Una reputación internacional empañada por la crueldad de un régimen indiferente

A pesar de la ola de críticas internacionales, el régimen argelino persiste en sus opciones. Los llamados a reformar su política migratoria están aumentando, pero parecen no ser escuchados. En abril de 2024, las autoridades nigerinas convocaron al embajador de Argelia para protestar contra la violencia de las expulsiones, un gesto simbólico ante un gobierno indiferente al sufrimiento que provocan. En junio, Naciones Unidas también denunció esta política, recordando que Argelia expulsó por la fuerza a más de 9.000 inmigrantes a Níger, provocando una “situación humanitaria crítica”.

De hecho, Argelia parece plenamente consciente del alcance de sus acciones, pero también parece decidida a continuar con esta política represiva. En 2018, Argelia ya había demostrado una gran brutalidad al abandonar a más de 13.000 migrantes en el desierto, entre ellos mujeres embarazadas y niños, sin ningún respeto por su seguridad o dignidad. Argelia también hizo retroceder por la fuerza a los refugiados sirios, dejándolos en zonas desérticas donde sus vidas corrían peligro, como informaron varios medios de comunicación, entre ellos Syria TV.

El saldo de las expulsiones de argelinos es abrumador y pone de relieve la política inhumanista de un régimen que parece totalmente desconectado de los principios fundamentales de los derechos humanos. La comunidad internacional, las ONG y las agencias de las Naciones Unidas han aumentado sus advertencias, pero estos llamados a la dignidad y la humanidad parecen ser ignorados. Argelia, con su poder autoritario, opta por darle la espalda a la humanidad, dejando a miles de migrantes en una situación de sufrimiento extremo.

Frente a esta política violenta y deshumanizadora, la cuestión que ahora se plantea es la de la responsabilidad internacional. ¿Cuánto sufrimiento humano habrá antes de que se ejerza una presión real sobre el régimen argelino para que ponga fin a esta política de expulsiones masivas y se comprometa en el camino del respeto de los derechos humanos? El mundo no puede permanecer indiferente ante esta barbarie organizada bajo el pretexto de la gestión de la migración.

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