Hace tres semanas, Marguerite*, de 84 años, recibió en su buzón el impuesto sobre la vivienda de su casa familiar en Concarneau (Finisterre). “Me dieron un poco de pánico las cantidades”confiesa por teléfono. Los impuestos le reclaman más de 5.000 euros, “un aumento de casi 1.500€ respecto al año pasado porque pagué 3.484€”, indica este finisteriano que vive en la región parisina desde hace varias décadas. Un aumento que ella considera una injusticia. “¡Tú debes ser Creso!”asegura la jubilada, que envió una carta al alcalde, Marc Bigot, para expresarle “angustia”.
“No lo robamos”
“Entiendo que la idea es luchar contra las segundas residencias que servirían para ganar dinero. Pero ese no es mi caso: nunca lo hemos alquilado por temporada y de hecho ni siquiera pudimos hacerlo porque está en muy malas condiciones por dentro. No lo robamos, lo compramos con el sudor de nuestra frente porque no teníamos herencia. Nunca pregunté nada…
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