Este martes por la tarde, la industria espacial tenía sus ojos puestos en un pequeño pueblo en el interior de Texas, en la frontera con México, Boca Chica. Desde este punto estratégico despegó el megacohete “Starship” de SpaceX. Este sexto vuelo salió de la Tierra a las 22 horas, hora francesa.
El objetivo era entonces doble para la empresa de Elon Musk. Según el nuevo presidente electo Donald Trump, el cohete debía abandonar la Tierra antes de partirse en dos. La primera etapa del “Super Heavy” debía regresar luego a Texas para ser “atrapada” por brazos robóticos junto a la zona de lanzamiento.
Si esta maniobra tan compleja ya había tenido éxito durante el quinto vuelo el pasado mes de octubre, los equipos de SpaceX finalmente abandonaron esta etapa del vuelo el 19 de noviembre. No se cumplieron todas las condiciones para intentar recuperar adecuadamente la primera etapa, por lo que SpaceX decidió arrojarla al océano.
Si este pequeño fallo es un inconveniente para SpaceX, es sobre todo un recordatorio de hasta qué punto el quinto vuelo de Starship fue una “anomalía positiva” para la compañía que no había previsto recuperar inmediatamente su primera etapa. Elon Musk fue el primero en reconocer que, al día siguiente de este robo en octubre, su empresa había logrado una auténtica hazaña difícil de reproducir.
Starship sabe cómo regresar a la Tierra
Afortunadamente para SpaceX, no todo salió mal en este vuelo. Unos minutos después del regreso perdido del primer piso, ya era hora de concentrarse en otro momento crítico. 38 minutos después del despegue, el Starship tuvo que reiniciar uno de sus seis motores para iniciar su descenso.
Esta breve ignición debía permitir que la nave redujera la velocidad para “sumergirse” hacia la Tierra. Una maniobra muy importante para SpaceX porque permite a la empresa “sacar de órbita” su nave. Si el empuje era muy débil (un cambio de velocidad de 77 km/h) era suficiente para modificar la trayectoria del barco.
Gracias a esta demostración, SpaceX debería recibir autorización para poner en órbita su nave espacial Starship en los próximos días. La compañía prevé utilizarlo en los próximos años para lanzar satélites y realizar misiones de reabastecimiento o turismo espacial en el espacio.
A más largo plazo, la NASA planea utilizar Starship para ir a la Luna (con la misión Artemis 3). Es la nave SpaceX la que se encargará del descenso a nuestro satélite y de toda la parte de regreso de la misión. Por lo tanto, era crucial verificar si el cohete podía regresar a la Tierra de manera segura.
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