Después del impacto climático de las inversiones del Banco Nacional Suizo y del sector asegurador, aquí está el peso de los comerciantes de materias primas. La ONG Public Eye acaba de publicar un informe sobre la huella de carbono de los gigantes comerciales establecidos en Suiza.
Un solo número resume la gravedad de la situación. Las cinco “grandes” de este sector –Vitol, Trafigura, Glencore, Mercuria y Gunvor– emiten 4 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero, ¡una cantidad cien veces mayor que la de Suiza! Si comparamos con una nación grande, “los gases de efecto invernadero producidos por la combustión del petróleo y el gas vendidos por Vitol superan a los de Brasil, país que ocupa el sexto lugar en el mundo en términos de emisiones”, se lee en el informe.
Todo se hace con cierta opacidad y recurriendo a lagunas jurídicas. Empezando por la compra de los famosos certificados de emisión que permiten adquirir una virtud ecológica, sin llegar a la raíz del problema. Porque estas multinacionales generan enormes beneficios. Pero estos se pagan a los accionistas o se reinvierten en un 80% en la industria de los combustibles fósiles en lugar de en la transición energética.
A este ritmo, los objetivos del acuerdo de París, discutidos estos días en la COP29, se alejan a gran velocidad y con ellos crece el riesgo de desastres que tienden a multiplicarse, como las trágicas inundaciones del 29 de octubre en Valencia, España. que dejó cerca de 230 muertos y decenas de desaparecidos.
En esta danza climática de la muerte, sería interesante cuestionar políticamente las condiciones fiscales impuestas por los cantones suizos a estas empresas para que se establezcan en su territorio. Y tal vez volver a verlos. ¿Pero quién se atreverá a tirar de esta palanca?
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