Salidas al cine: humor y ternura en el programa de esta semana

Salidas al cine: humor y ternura en el programa de esta semana
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No hay ninguna superproducción imperdible en el cine esta semana. Pero dos comedias dramáticas suaves que, teniendo en cuenta la actualidad, resultan bastante buenas. Para empezar unos dias no masprimer largometraje de Julie Navarro.

Nada parece afectar a Arthur Bertier (Benjamin Biolay), un agudo crítico de rock para quien toda la producción musical francesa se puede resumir en pocas palabras: “¡Es una mierda! No son más las declaraciones de su hija que las protestas de su redactor jefe tras el saqueo de una habitación de hotel aturdido en compañía de una prostituta o el “castigo” de abandonar la cultura para encubrir la expulsión de un campo de inmigrantes. .

Con indiferencia, mientras entrevista a un afgano, su mirada se posa sobre una voluntaria de Solidarité Exilés, Mathilde (Camille Cottin). Un interés que le llevó a ser golpeado por un policía y acabar en la portada de sus propios medios con una impactante foto.

Una notoriedad repentina que probablemente aumentará sus posibilidades con el activista de la ONG. Y así se encontró acogiendo en su casa al inmigrante indocumentado al que estaba entrevistando, Daoud, “por unos días, no más”.

El resto de esta historia llena de buenos sentimientos no es demasiado difícil de adivinar. Pero Julie Navarro tiene el buen gusto de revelar con seriedad los múltiples obstáculos, a veces totalmente absurdos (una asignación de 6,50 euros al día acompañada de una prohibición de trabajar, por ejemplo), a los que se enfrentan los candidatos al estatuto de refugiado y los voluntarios que intentan ayudarles. Se evita así la escandalosa dramatización que tanto gusta a nuestros vecinos o la mayoría de los tópicos que nos llevan a caer en la comedia romántica.

Aunque el tema sea a veces simplista y angelical, esta inmersión humanitaria puede verse con una sonrisa y un bienvenido toque de optimismo en medio de todo el discurso de odio.

unos dias no Además no tiene posibilidades de terminar en ningún top 10 del año, pero esta simpática película podría seducir por su compromiso, su ternura y su buen humor.

Nosotros, los Leroy: el dúo Charlotte Gainsbourg – José García funciona de maravilla

Otra ópera prima francesa y, una vez más, el deseo de romper los códigos tratando con delicadeza un tema generalmente dramático: la separación de una pareja.

Desde los primeros minutos, Florent Bernard marca el tono de su comedia. Todos los acontecimientos importantes del pasado en las vidas de Sandrine (Charlotte Gainsbourg) y Christophe (José García) se resumen en mensajes grabados en los contestadores automáticos. Luego, la cámara se detiene en el presente. Y esta inevitable observación de Sandrine: ya no puede quitarse la vida y quiere dejar a su marido. Después de haber intentado en vano hacer que sus dos (nietos) hijos cambiaran de opinión, el gerente de una empresa de alquiler de coches ofrece un trato a toda la familia: pasar un fin de semana juntos siguiendo los pasos del pasado de la pareja. Si eso no convence a Sandrine, la dejará ir sin decir nada. Ninguno está atractivo, pero hay suficiente amor entre todos como para que la propuesta sea aceptada.

Como ocurre con demasiada frecuencia en las comedias francesas, sentimos que la idea básica pierde fuerza demasiado rápido y que los giros y vueltas no están suficientemente elaborados. Algunas escenas caen innecesariamente en una caricatura (la visita a su primer apartamento, ocupado por un psicópata), otras a veces se revelan de antemano a través de un diálogo un tanto simplista. Y, sin embargo, en general, es el placer lo que predomina durante esta extraña escapada. Por la gracia de una hilarante Charlotte Gainsbourg, impasible incluso en sus peores arrebatos de ira y por tanto necesitada de mimos lejos de formar parte de los hábitos familiares. Frente a ella, José García explota, juega a la seducción, lucha como un demonio por intentar lo imposible. Sus desesperados esfuerzos pueden parecer patéticos, pero al final resultan conmovedores.

El dúo trabaja de maravilla al servicio de una hermosa reflexión sobre la separación o el hecho de seguir apreciándonos cuando ya no nos amamos.

La guinda del pastel: el muy raro Luis Rego aporta su pequeño toque de locura al conjunto. Cuando sales de la habitación, una cosa es segura: te guste o no Gérard Lenorman, prepárate para escuchar “Aquí están las llaves” sonando en bucle en tu cabeza durante muchas horas.

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