Persecución infernal y armas desenfundadas en la caza de los narcotraficantes… Los fantasmas del cáñamo caen en las redes

Persecución infernal y armas desenfundadas en la caza de los narcotraficantes… Los fantasmas del cáñamo caen en las redes
Persecución infernal y armas desenfundadas en la caza de los narcotraficantes… Los fantasmas del cáñamo caen en las redes
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La noche del 30 al 31 de diciembre de 2024, Dakar vivió una noche digna de los mayores thrillers. En las playas de Rufisque y Petit-Mbao, las fuerzas de la Oficina Central de Represión del Tráfico Ilícito de Drogas (Ocrtis) llevaron a cabo una peligrosa operación para desmantelar una red de narcotraficantes. Como reveló el diario L’Observateur, esta misión casi cuesta la vida a varios agentes de policía, enfrentados a delincuentes armados y dispuestos a todo para escapar de la justicia.

Playas transformadas en zonas de guerra

Desde hacía varias semanas, las playas de Rufisque y Petit-Mbao eran escenario de un tráfico cuidadosamente orquestado. Bajo la protección de ciclistas y vehículos blindados, en mitad de la noche se descargaron cargamentos de cáñamo indio, procedentes directamente de las islas de Casamance, y se transportaron a los distritos de Dakar.

La mafia local, equipada como una milicia, operaba con total impunidad gracias a un meticuloso sistema de seguridad. Pero el 29 de diciembre, la detención de Ibrahima Bangoura, alias Jérôme, marcó un punto de inflexión. Este arresto permitió a Ocrtis obtener información crucial para planificar una intervención decisiva.

Una noche bajo alta tensión

El 30 de diciembre, agentes de policía de Octtis tomaron posiciones en la oscuridad de las playas, decididos a atacar con fuerza. A las 3 de la mañana, dos canoas atracaron silenciosamente, descargando fardos de cáñamo bajo la protección de un convoy motorizado. Los traficantes, confiados en su sistema, no sabían que el lazo se estaba apretando a su alrededor.

La policía, apostada en controles estratégicos, dio la orden de interceptar el primer vehículo sospechoso. Pero los delincuentes, lejos de obedecer, respondieron con una violencia inesperada. Un Mercedes entró en el control de carretera, lo que obligó a los agentes a apartarse de su camino.

Persecución y armas desenfundadas.

Este primer asalto desencadenó una persecución impresionante por las callejuelas oscuras de Dakar. Según el Observateu, una mujer, posteriormente identificada como “Naomi”, apareció en un segundo vehículo para distraer a la policía. Mientras conducía, realizó maniobras peligrosas, obligando a los agentes a reducir la velocidad, permitiendo que el convoy de traficantes avanzara.

Un tercer vehículo, un Hyundai Santa Fe, escoltado por motociclistas armados, intentó forzar otro control de carretera. En la confusión, un motociclista, Abdou Aziz Ndiaye, alias Dabakh, perdió el control y chocó violentamente, fracturándose una pierna. Durante su búsqueda, la policía descubrió una espada escondida en sus pantalones.

Otro motociclista, apodado “Lonk”, sacó una pistola para apuntar a la policía. En una escena digna de película, los policías esquivaron por poco los disparos, mientras continuaban la persecución. Pero la determinación de los traficantes no flaqueó. Lonk finalmente abandonó su vehículo para escapar hacia la oscuridad, dejando atrás parte de la carga.

El fin de la carrera: Moussa Sarr y su red neutralizados

La investigación llevó a la policía a un depósito en Cambérène, donde una joven, Soda Bèye, vigilaba un envío masivo de drogas. En total, se incautaron 277,5 kg de cáñamo indio. Pero Octtis no se quedó ahí. Gracias a la cooperación del conductor Gothe Dieng, la policía identificó al autor intelectual de la red: Moussa Sarr.

Sin saber que sus cómplices ya habían sido arrestados, Moussa Sarr llamó a Dieng para reunirse en su casa. Este último, ahora bajo vigilancia, permitió a la policía organizar una trampa. Moussa Sarr fue detenido inmediatamente, en posesión de 1.860.000 FCFA y documentos comprometedores.

Una victoria, pero ¿a qué precio?

Esta operación, calificada por el Observateu como un auténtico golpe de Estado, demostró la determinación de la policía de desmantelar las redes de narcotráfico, a pesar de los riesgos extremos. Los agentes de policía se enfrentaron a traficantes armados dispuestos a sacrificar vidas para proteger su comercio ilícito.

Si esta victoria refuerza la lucha contra el tráfico de drogas en Dakar, también nos recuerda la creciente peligrosidad de estas redes criminales, capaces de transformar las calles de la capital en una zona de guerra. Como concluye el Observateu, esta espectacular cacería marca un punto de inflexión en la lucha contra la delincuencia organizada, pero también plantea una pregunta esencial: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar estos capos de la droga?

dakaractu

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