Ha cumplido su condena, puede preservar su legado.

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Es difícil hacer más Didier Deschamps que este anuncio de salida. El miércoles, casi en un tono ligero, en el informativo de las 13 horas de TF1, en un ambiente muy alejado de su mandato como entrenador de los Bleus, se limitó a anunciar su prevista salida al frente de la selección nacional. El Mundial de 2026 será su última aventura. “He cumplido mi condena”, ofreció como justificación. Es difícil contradecirlo.

14 años es una eternidad en el fútbol, ​​sobre todo en los banquillos, más aún en el de una de las mejores naciones del mundo. DD debe su increíble longevidad principalmente a sus resultados y a su método. Sin repetir la historia, sin olvidar el mandato de Laurent Blanc, sin duda imperfecto pero ya mirando hacia el futuro, Deschamps es el hombre que hizo olvidar Knysna e incluso un poco más.

Ha hecho falta tiempo, pero casi se le acaba si el improbable Mamadou Sakho no hubiera decidido hacer de una fría tarde de noviembre de 2013 una noche abrasadora que nadie olvidaría. Esa noche algo volvió: la emoción en torno a los Blues. Su primera victoria fue ésta: hacer volver entrañable a un equipo que se había vuelto detestable, revelar nuevos héroes sensibles (que olvidaron las lágrimas ardientes de Griezmann en 2014) y permitir que Francia se atreva una vez más a soñar por y alrededor de su selección.

Didier Deschamps, triunfante, tras la clasificación de los Bleus para el Mundial de 2014 tras el Francia-Ucrania de 2013 (3-0)

Crédito: Getty Images

Desaparición paulatina de sus apoyos

Lo que siguió fue una década de leyenda: un título de campeón del mundo, una final perdida para siempre en la memoria, otra final desgarradora en casa y fracasos, lo suficientemente raros como para que sigamos insistiendo en ello hoy (2021). La Eurocopa 2024, la que sin duda confirmó su elección, es en definitiva la más inclasificable de sus torneos, con un objetivo cumplido pero un encefalograma plano. En cualquier caso, esto no es lo que quedará de su mandato.

Deschamps entendió que su tiempo se estaba acabando. Por la fuerza de las circunstancias, por la progresiva desaparición de sus seguidores, políticos (Le Graët) y deportivos (Lloris, Pogba, Varane, Griezmann, Giroud), y por esta pequeña música que no deja de hacerle cosquillas en los oídos desde hace 12 años en la falta de ambición táctica y sobre la falta de “juego”, una noción polimorfa si alguna vez las hubo. Sus resultados, esta vez, no le salvarían.

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Crédito del vídeo: Eurosport

El inicio del curso escolar 2024 había esbozado implícitamente la idea del fin de una era y este clima hostil, reforzado por los embrollos de Mbappé, no podía durar. Este anuncio, en forma de toma de control, perfila una dinámica completamente diferente: a partir de ahora, ya no será una cuestión de saber si Deschamps se marchará y cuándo. Simplemente para beneficiarse de un know-how indiscutible y esperar un final digno.

Nostalgia poderosa

La nostalgia es un arma poderosa y, al igual que ciertos presidentes de la República cuyo historial ha sido francamente reajustado con el tiempo, Deschamps sin duda verá su legado juzgado en su justo valor con el tiempo. Los dos años venideros simplemente permitirán a los azules avanzar sin el riesgo de polarización –o peor aún, desinterés real– a su alrededor. Nada peor que un mal final y una salida furtiva para dañar tu legado.

Debemos reconocer a Deschamps por muchas cualidades. Es, ante todo, un competidor, lo que debería tranquilizarnos tanto de cara a los próximos dos años como de su intacta ambición personal. También es un buen estratega, en el banquillo y detrás de los micrófonos. Este anuncio, aparentemente inofensivo, despejó inmediatamente el cielo sobre los Blues.

A su llegada, Deschamps citó a Joachim Löw y al modelo alemán como ejemplo a seguir. Este último permaneció quince años en el banquillo de la Mannschaft pero se perdió la salida, con una Eurocopa fallida (octavo final) y la sensación de demasiada competencia. Así que aquí está la misión final de DD, nunca la más fácil: lograr el fin. El miércoles acaba de escribir el primer capítulo. Esperando que la novela termine en apoteosis, para él como para nosotros, el 19 de julio de 2026 en Nueva York.

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Didier Deschamps y el Mundial 2018

Crédito: Getty Images

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