En medio de la asamblea juvenil de los acusados en el juicio por el asesinato de Samuel Paty, la mayoría de los cuales apenas salían de la adolescencia en el momento de los hechos, dos cabezas blancas aparecen en el palco del tribunal especial de París: Abdelhakim Sefrioui, de 65 años, y Brahim Chnina, de 52, diez años mayor tras cuatro años de prisión preventiva. Ellos son los verdaderos adultos de la espiral infernal que llevó a la muerte del profesor, decapitado el 16 de octubre de 2020 por un checheno radicalizado de 18 años.
Desde el inicio del juicio, han escuchado el proceso en silencio, con sus siluetas inclinadas bajo el peso de los años y de los hechos que se les imputan. Ambos están acusados de haber orquestado la campaña de odio, basada en la mentira de una colegiala, que provocó la muerte del profesor. Brahim Chnina es el padre de la colegiala, quien al difundir su mentira en las redes sociales señaló como objetivo a Samuel Paty. Lo había alentado en su camarilla un viejo mochilero del islamismo político, Abdelhakim Sefrioui, que había amplificado la controversia activando sus relevos comunitarios.
¿Qué impulsó a estos dos hombres a lanzar esta campaña difamatoria contra el profesor? ¿El estigma del que Brahim Chnina pensaba erróneamente que había sido víctima su hija? ¿Religión? El deseo de denunciar el “ blasfemia » ¿Qué habría hecho Samuel Paty al presentar caricaturas del profeta Mahoma a sus alumnos? Esta cuestión se explorará más adelante en el juicio, cuando se trate de los hechos.
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Pero ya hemos tenido algunos fragmentos de respuestas, el miércoles 6 de noviembre y el jueves 7 de noviembre, durante su interrogatorio de personalidad. En cada proceso terrorista, esta secuencia es similar a un acto de equilibrio: está prohibido discutir los hechos o la relación del acusado con la religión, pero el fondo del caso y la religión siempre salen a la superficie.
“Siempre lo he hecho bien”
En opinión de todos los familiares entrevistados por el investigador encargado de realizar su retrato, Brahim Chnina es un “papá gallina”un amoroso esposo, hermano y “ dedicado “. El cuadro que pintan quienes lo rodean es el de un santo. Este nativo de Orán, Argelia, que llegó a Francia a la edad de 10 años, se vio obligado desde muy joven a “lleva a tu familia”, sacrificando sus estudios (soñaba con ser piloto de avión) para cuidar de sus hermanos y hermanas, en particular de su hermano pequeño Rachid, gravemente discapacitado por una enfermedad rara.
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