Trump 2.0: ¿Está Estados Unidos en los albores de una metamorfosis, entre rupturas políticas y agitaciones económicas?
Una inclinación histórica por el iliberalismo
La tendencia hacia el iliberalismo no es un fenómeno reciente en Estados Unidos. Ya en 1830, la Ley de Expulsión provocó la expulsión violenta de los indios de sus tierras, marcando un primer giro autoritario. La esclavitud, fundamental para la economía del Sur, persistió hasta 1865, seguida de las leyes de Jim Crow que perpetuaron la segregación racial. Al mismo tiempo, la exclusión de las minorías se amplificó, en particular con la Ley de Inmigración de 1924, que favoreció a los estadounidenses blancos en detrimento de los inmigrantes no europeos. La historia ha demostrado con el tiempo que, si bien los ideales democráticos se han afianzado gradualmente en Estados Unidos, el antiliberalismo ha dado forma a la historia estadounidense durante mucho tiempo.
Trump, líder mesiánico
Trump encarna perfectamente la evolución antiliberal de una sociedad donde la imprevisibilidad y la intimidación dominan la escena política. Destaca en las invectivas, como cuando llama a sus oponentes “noticias falsas” o ataca con vehemencia a sus detractores en las redes sociales. Esta estrategia de confrontación, aunque amarga, le permite galvanizar una gran base popular y al mismo tiempo dividir al país. Durante su segundo mandato, ¿seguirá motivado únicamente por la idea de venganza contra sus enemigos, como lo demuestran sus intentos de anular los resultados de las elecciones de 2020, o buscará “drenar el pantano”, lema emblemático de su gobierno? ¿Campaña que refleja su deseo de derrocar un sistema político que considera corrupto y dominado por las élites? La duda persiste, porque su viaje está marcado por una constante imprevisibilidad.
lanzamiento explosivo
Trump 1.0, durante su primer mandato, se rodeó de figuras ideológicas principalmente del neoconservadurismo, muchas veces impuestas por el Partido Republicano y con poca experiencia en la gestión directa del poder. Esto ha llevado a una serie de fracasos institucionales, cambios de rumbo y decisiones contradictorias, particularmente en cuestiones complejas como la política exterior. La incapacidad de cumplir algunas de sus promesas, como la construcción del muro fronterizo o la reforma sanitaria, puso de relieve esta fragilidad organizativa y esta desconexión entre sus ambiciones y la realidad política.
Al consolidar una red de líderes empresariales, Trump está fortaleciendo su credibilidad como presidente capaz de navegar en el mundo empresarial y promulgar reformas a gran escala.
Trump 2.0 parece estar tomando forma diferente. Esta vez atrae a figuras influyentes del sector tecnológico y financiero, como Elon Musk, Vivek Ramaswamy, Jim Bessent o incluso Marco Rubio, en gran parte gracias a incentivos fiscales y reformas regulatorias que favorecen a las grandes empresas e inversores. Al consolidar una red de líderes empresariales, Trump está fortaleciendo su credibilidad como presidente capaz de navegar en el mundo empresarial y promulgar reformas a gran escala. Estos nuevos aliados le son leales, comparten una visión común y parecen dispuestos a ignorar los conflictos de intereses, centrando sus esfuerzos en acciones rápidas y decididas. Este enfoque, más tecnocrático y pragmático, que contrasta con el estilo caótico de su primer mandato, podría permitirle superar obstáculos institucionales y llevar a cabo reformas profundas.
Sin embargo, ciertas figuras de su equipo, como Robert F. Kennedy Jr., Pete Hegseth, John Ratcliffe y Linda McMahon, a menudo controvertidas y cuestionadas, podrían sufrir las horcas caudinas del Congreso. El proceso de aprobación promete ser lleno de acontecimientos y proporcionará importantes primeras indicaciones sobre la dirección concreta del mandato. El prólogo de esta fase política, que durará hasta el 21 de enero, seguirá entusiasmando a los mercados y ofreciendo su cuota de sorpresas.
En última instancia, la victoria total de Trump y los republicanos garantizará, a partir de la primavera de 2025, la posibilidad de imponer sus orientaciones y su programa con un mínimo de fricciones. Seguramente estamos avanzando hacia una reorganización brutal y profunda de la política estadounidense, marcada por una clara ruptura con el establishment tradicional, del que Trump busca deshacerse.
Ambivalencia de la política económica
Entre los principales ejes de las políticas de Trump, algunos presentan riesgos recesivos, como la reducción sustancial del aparato estatal, la revisión del sistema sanitario, la expulsión de inmigrantes ilegales y el establecimiento de elevados aranceles aduaneros. La desregulación, por su parte, se considera favorable al crecimiento. El impacto inflacionario de los derechos de aduana sigue siendo un tema complejo y debatido entre los economistas. La subida del dólar estadounidense, la reducción de precios por parte de los exportadores (para mantener su cuota de mercado) y la reducción de márgenes por parte de los importadores podrían moderar este efecto. Sin embargo, los aumentos planeados por Trump corren el riesgo de provocar aumentos de precios para los consumidores, y esto podría exacerbarse en caso de represalias comerciales.
A partir del primer trimestre de 2025, la abundante liquidez, los esfuerzos globales a favor de la reflación y la inflación controlada deberían apoyar a los mercados financieros. Pero a más largo plazo, la implementación de las principales medidas de Trump 2.0, así como su intensidad, podrían desempeñar un papel clave en la evolución de la inflación, el crecimiento y la política monetaria en Estados Unidos.