El ex primer ministro holandés Mark Rutte llega el martes al frente de la OTAN, pero el jefe de la alianza militar más poderosa del planeta apenas tiene poder para cambiar fundamentalmente la situación.
En la OTAN, “todo, y en realidad absolutamente todo, desde lo más inútil hasta lo más estratégico, se decide por consenso”, resume Ian Lesser, del German Marshall Fund, un grupo de expertos de Bruselas.
“Por lo tanto, las posibilidades de los secretarios generales de cambiar fundamentalmente lo que hace la OTAN son obviamente muy limitadas”, añade.
La “secgen”, como la apodan en Bruselas, trabaja “entre bastidores” en la toma de decisiones, que luego deben ser aprobadas por los 32 países miembros.
“Como secretario general de la OTAN, usted tiene el poder de fijar la agenda, es usted quien preside el Consejo del Atlántico Norte”, el órgano de decisión política de la OTAN, explica a la AFP Jamie Shea, ex portavoz de la Alianza y Investigador del grupo de expertos británico Chatam House.
Pero no eres tú quien decide solo entrar en la guerra y menos aún quien aprieta el botón nuclear. Sólo los Estados miembros, y Estados Unidos en particular, tienen este poder.
Sin embargo, el jefe de la Alianza Atlántica no carece de influencia.
El ex Secretario General Lord Robertson jugó un papel importante en la activación del Artículo 5 después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, recuerda Ian Lesser.
El artículo 5, pilar de la Alianza, obliga a todos sus miembros a acudir en ayuda de un país de la OTAN en caso de ataque. Se había desencadenado, simbólicamente, a favor de Estados Unidos, por única vez en la historia de la Alianza.
La personalidad del nuevo secretario general también influirá y se espera con curiosidad a Mark Rutte, después de diez años en el cargo del ex primer ministro noruego Jens Stoltenberg.
¿Querrá dejar su huella a su llegada o esperará a un posible segundo mandato?
“Cuando llegan, (los secretarios generales) tienden a ser los candidatos a la continuidad, pero si se quedan un poco, obviamente ganan confianza”, argumenta Shea.
– Al maniobrar –
Jens Stoltenberg orientó fuertemente a la Alianza hacia un mayor apoyo a Ucrania, especialmente después de la invasión rusa de febrero de 2022. Propuso y obtuvo el compromiso de los Aliados de proporcionar al menos 40 mil millones de euros al año a Ucrania y que la OTAN se implicara plenamente en la provisión de ayuda militar occidental.
El hecho es que en tiempos de guerra, la unidad y la continuidad tienen prioridad sobre todo, lo que difícilmente fomenta la agitación.
“En una situación geopolítica tan difícil, mantener la continuidad y la misma dirección en la política exterior y de seguridad es muy importante”, argumenta un diplomático de la OTAN, bajo condición de anonimato.
En los pasillos del inmenso edificio de la OTAN en Bruselas, sin embargo, esperamos del sustituto de Stoltenberg un nuevo estilo de gestión, “un poco más inclusivo”, después de una década de administración “noruega” bastante vertical, según otro diplomático de la Alianza.
Mark Rutte es un habitual de los pasillos de la OTAN y de la UE después de 14 años al frente del gobierno holandés.
Por tanto, se espera especialmente en materia de coordinación entre la OTAN y la Unión Europea, en un momento en que esta última está cada vez más involucrada en cuestiones de seguridad. La cuestión está latente debido a las disputas entre Turquía, miembro de la OTAN pero no de la UE, y Grecia sobre la cuestión de Chipre.
Y en caso de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, los aliados europeos cuentan sobre todo con su capacidad de negociación para mantener la unidad de la Alianza.
Jens Stoltenberg se negó públicamente a darle ningún consejo y sólo destacó que sería “excelente”. Sin embargo, resumió en una fórmula lo que se espera sobre todo de un jefe de la OTAN: “su tarea más importante será, por supuesto, mantener unidos a los 32 aliados”.
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