El 18 de diciembre de 1994, tres espeleólogos descubrieron un tesoro prehistórico en Ardèche. La especialista Carole Fritz describe los avances logrados tras el estudio de esta “máquina del tiempo”.
Por Charlotte Fauve
Publicado el 18 de diciembre de 2024 a las 11:20 horas.
Actualizado el 18 de diciembre de 2024 a las 13:52
lEl 18 de diciembre de 1994, tres espeleólogos, intrigados por una corriente de aire en el interior de las escarpaduras de piedra caliza del Ardèche, descubrieron una enorme cavidad. Denominada “cueva decorada de Pont-d’Arc”, llamada cueva de Chauvet, por el nombre de una de ellas, revela una verdadera joya del arte rupestre, notable por la rareza de sus restos y por la calidad de sus representaciones, fechadas – 38.000 para los mayores. Treinta años después, el estudio de “Esta máquina del tiempo, que nos da la ilusión de codearnos con nuestros ancestros más lejanos”, en palabras de Carole Fritz, directora científica de esta aventura arqueológica, ha supuesto avances considerables en la comprensión de las sociedades prehistóricas.
Una cueva inaccesible, salvo para el agua.
Gracias al derrumbe del acantilado de piedra caliza que la domina, la cueva de Chauvet permaneció “oculta” durante casi veintidós mil años. Antes de su descubrimiento por los espeleólogos, ningún ser humano ni animal había podido penetrarlo. Sólo el lento trabajo del agua, tras el calentamiento climático de hace quince mil años, contribuyó a cambiar el paisaje de la cavidad, creando impresionantes concreciones, estalactitas y estalagmitas. La cueva todavía está cerrada al público, accesible sólo a un puñado de científicos que, desde 1998, estudian el lugar sólo cuatro semanas al año, en marzo, la época del año en la que el volumen de CO₂ en la cueva es de cien. veces más concentrado que en el aire, es el menos abundante.
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Una guardería para el oso de las cavernas
En Europa, ninguna otra cavidad ha permitido tantas observaciones del oso de las cavernas como la cueva decorada de Pont-d’Arc. Durante quince mil años, sirvió de vivero del plantígrado gigante, una especie extinta hace unos veintiocho mil años, de la que los investigadores han contado cerca de doscientos cráneos en el suelo. Presumiblemente, los osos llegaban allí para hibernar y dar a luz en invierno, mientras que los humanos lo frecuentaban entre finales de primavera y verano. Era mejor evitar un encuentro con el úrsido, que pesaba alrededor de 450 kilos y 1,30 metros a la altura del hombro. “Caso único de apropiación humana del universo de los osos”, Según la arqueóloga Carole Fritz, este lugar podría reflejar la conexión con el gran depredador, probablemente venerado.
Iluminación con antorchas de pino negro.
No es posible moverse en una cueva sin iluminación. Aún así, el progreso técnico actual podría hacernos olvidar que los humanos del Paleolítico acudieron a la clandestinidad a riesgo de sus vidas. Si se cortaban las luces, los artistas corrían el riesgo de no encontrar el camino de regreso a la superficie. En la cueva, los investigadores descubrieron que los frescos habían sido dibujados a la luz de grandes llamas de pino silvestre, cuyas ramas muertas fueron recogidas de la estepa circundante. Esta especie se caracteriza por su buena combustión: con el gran carbón producido se dibujaron más de quinientos bisontes y leones en las paredes, que parecían cobrar vida bajo las llamas parpadeantes.
Más de mil dibujos
La cueva de Chauvet contiene alrededor de mil dibujos que datan del año 38.000. Es decir, los frescos de arte parietal más antiguos de Europa (el yacimiento de la cueva de Lascaux, en Dordoña, data de unos 20.000 años antes de Cristo). Una asombrosa estabilidad de estilo y de técnicas, que se extiende a lo largo de más de diez milenios y desafía las clasificaciones habituales, basadas en grandes períodos cronológicos, desde el Auriñaciense hasta el Magdaleniense. “Las construcciones simbólicas desarrolladas por los cazadores no cambiaron, a pesar de la evolución en la gama de herramientas y armas de caza, dice Carole Fritz. En las sociedades prehistóricas, como en todas las que las siguieron, los símbolos y la espiritualidad evolucionan infinitamente más lentamente que los cambios técnicos. »
¿Los primeros perros guardianes?
Osos o cabras montesas, en la cueva se han visto numerosas huellas de animales. Entre ellos, los de lobos que, bajo los paneles ornamentados, se mezclan con huellas humanas. Sin embargo, estos caninos no se aventuran en lugares sin luz. Como los primeros “perros guardianes” de la humanidad, ¿habrían escoltado a las expediciones humanas al corazón de la oscuridad? De hecho, se cree que el lobo fue la primera especie domesticada, entre -25.000 y -15.000, según las evidencias arqueológicas actuales. “Los datos recientes, actualmente en proceso de procesamiento, sugieren un escenario original que cuestiona las teorías y las fechas de esta domesticación”. concluye Carole Fritz.
La cueva Chauvet, por Carole Fritz, ed. Ciudadelas y Mazenod, 208 p., 35 euros.