La escena se repite inmutablemente todos los martes y jueves. Dos veces por semana, se forma una larga cola en la calle del Alma de Rennes, frente a la sucursal Restos du Cœur. En esta jornada de reparto de alimentos, decenas de personas esperan pacientemente su turno este martes por la tarde, resguardadas bajo una sombrilla. Entre ellos, muchas mujeres solteras con cochecitos. Un público muy frágil que la asociación fundada por Coluche en 1985 quiso priorizar para esta 40ª campaña con un esfuerzo adicional dirigido a los menores de tres años y a las familias monoparentales.
“Nuestra prioridad es luchar contra la reproducción insoportable de esta pobreza, garantizando que proporcionamos un poco más a estos niños para ayudarles a salir adelante”, subraya Hervé Pépion, director de la filial local. Porque cada vez más de estos pequeños conocen Restos du Cœur antes de ir a la escuela. El año pasado, 128.000 bebés menores de tres años fueron acogidos con sus padres en los 2.000 centros gestionados por la asociación. De ellas unas 250 en la sucursal Alma de Rennes.
“Todo es muy caro, sobre todo los pañales y la leche”
Detrás del mostrador de la zona de bebés, Annie y Hélène, ambas voluntarias desde hace unos diez años, se turnan para distribuir papillas, pañales, leche en polvo y productos de higiene. “A veces tenemos cochecitos, cunas de viaje o colchones, pero es muy raro y lamentablemente no podemos complacer a todos”, indican los dos jubilados.
Gisèle*, que lleva a su hijo de diez meses a la espalda envuelto en un taparrabos, viene aquí una vez por semana, después de haber sido acogida en la otra sucursal de Rennes a su llegada de Costa de Marfil hace unos meses. “Vengo por mi hijo, es mi prioridad y no me queda más remedio que pedir ayuda para alimentarlo”, confiesa. Mientras esperan una respuesta a su solicitud de asilo, la joven madre y su pareja intentan sobrevivir dolorosamente con mínimos sociales. “Pero eso no es suficiente, todo es muy caro cuando vas de compras, especialmente los pañales y la leche”, subraya Gisèle.
“Agradezco la generosidad de Francia”
Yasmine*, que llegó de Argelia hace cinco meses, también lloró al ver los precios expuestos en los supermercados. Para alimentar a su hija de cuatro meses, no le quedó más remedio que abrir las puertas de Restos du Cœur. “Agradezco la generosidad de Francia por esto, de otra manera no podríamos arreglárnoslas con mi marido porque no podemos trabajar en este momento”, dice. Recientemente, la madre también ha tenido que afrontar preguntas más apremiantes por parte de su otra hija, de 6 años. “A veces me pregunta por qué no podemos comprar esto o aquello como sus amigas del colegio”, admite Yasmine. Es difícil vivir con ellos cuando sois padres, pero le explico que algún día eso cambiará y que pronto ya no necesitaremos ayuda”.
Nuestro expediente sobre ayuda alimentaria
Esto es también lo que esperan los voluntarios del Restos du Cœur, quienes lamentablemente señalan que “nunca se vacía de año en año”. “Se está volviendo muy difícil”, asegura uno de ellos, entristecido por tener que “racionalizar” para hacer frente al aumento de beneficiarios. “Es una lástima tener que cortar una barra de pan grande en dos”, suspira.
Cestas más llenas para los beneficiarios
Desde el martes, esta fiel voluntaria también deberá familiarizarse con la nueva hoja asignada a cada beneficiario y el nuevo sistema de puntos. “Hemos ampliado el apoyo a los niños hasta los 3 años, en lugar de los 18 meses, lo que permite distribuir frutas, verduras y yogures a las familias para una alimentación más sana y variada”, explica Hervé Pépion. También aumentamos las asignaciones para personas solteras, porque el año pasado se redujeron un poco cuando la asociación atravesaba dificultades financieras. »
Desde entonces, los Restos du Cœur se han revitalizado. Esto es bueno porque sus voluntarios lo necesitarán para llevar a cabo sus misiones este invierno que todavía promete ser muy ocupado. “Tuvimos tiempo antes de charlar con la gente, tomar un café y cuidarlos”, lamenta Hervé Pépion. Pero ahora solo distribuimos. »