Una polémica primicia en el doblaje
Fallecido en febrero de 2024, Alain Dorval dejó su huella en el cine francés prestando su voz a Sylvester Stallone en las sagas Rocky y Rambo. Para la película Armor, estrenada en marzo en Amazon Prime Video, su voz fue recreada mediante inteligencia artificial, gracias a una asociación entre las empresas Lumiere Ventures y ElevenLabs. Según una publicación que publicó en El objetivo? Honrando el legado de su padre mientras explora las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías.
Un tráiler criticado
No faltó, la iniciativa dio un giro bastante poco convincente. El tráiler de la película, difundido en las redes sociales, rápidamente provocó reacciones negativas. Para muchos internautas, el resultado carece de autenticidad y suena artificial.. Ante la polémica, Aurore Bergé aclaró su posición en X (antes Twitter): “Acepté una prueba. Sólo una prueba. No se podría publicar nada sin la validación final de mi madre y de mí”. Añade que la transmisión actual nunca fue validada y afirma que su padre no habría aprobado este resultado.
Evidentemente todo esto iba más allá del alcance de un ensayo, pero sobre todo podemos preguntarnos cómo Aurore Bergé pudo considerar por un solo segundo que incluso autorizar una prueba podría ser algo bueno.
IA, ¿una amenaza para el doblaje?
Este caso reaviva un debate que ya estaba en marcha en la industria del doblaje. En 2023, los profesionales del sector se movilizaron para denunciar el uso de la IA, que, según ellos, podría amenazar su profesión. ¿El riesgo? Que las voces artificiales sustituyan a los actores humanos por cuestiones de coste o rapidez. Este miedo no es infundado. : durante las recientes huelgas en Hollywood, la cuestión de la supervisión de la IA en las producciones cinematográficas estuvo en el centro de las discusiones.
El uso de IA para recrear las voces de actores fallecidos no es nuevo. En los últimos años, tecnologías similares han permitido “revivir” a Carrie Fisher en Star Wars o a Ian Holm en Alien. Mientras algunos lo ven como una forma de preservar el patrimonio artístico, otros señalan una falta de respeto por los fallecidos y límites éticos borrosos. El caso de esta película Armor pone de relieve una cuestión crucial: ¿cómo regular el uso de estas tecnologías sin traicionar la identidad de las obras y sus intérpretes?