Un momento de gracia de Selah Sue en Aurillac en el escenario

Un momento de gracia de Selah Sue en Aurillac en el escenario
Un momento de gracia de Selah Sue en Aurillac en el escenario
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Una hora. Selah Sue mostró su amplia gama de estilos y talentos ante el público de Aurillac en el escenario este sábado 8 de junio.

Inclasificable. Desconcertante belleza y potencia vocal. Endiabladamente sensual en la voz, las palabras, los gestos. Selah Sue puso patas arriba a la audiencia anoche.
La dicotomía de sus trajes, a veces en negro, a veces en blanco, pero siempre brillantes con lentejuelas, se adapta a sus estados de ánimo.

Reviva el primer día de Aurillac en escena

Terapia musical, versión Selah Sue

Ilustra sus altibajos, su depresión. La atmósfera rockera del principio, bebiendo de las raíces del metal como un aliento infernal, despliega su voz rockera, puramente límpida. Cambio de registro, hip-hop, R’n’B, soul, el artista flamenco activa la hermandad con sus tres cantantes, balancea las caderas, la mano acaricia el estómago desnudo, el bajo pesa sobre la cabeza, el ánimo se eleva con él. . las notas, arrulladas por el flujo.

“Aquí hay buena energía”, dice, tomando su guitarra. La del principio, hace quince años, cuando era “la chica de la guitarra”, la que sigue siendo.

Golpes, más golpes

Y ahí tienes al raggamuffin. La marea humana que tiene delante se estremece, se menea, entra en comunión. Este es solo el comienzo.

El electro lleva la sensualidad más allá, hasta el punto de un BB sobre una Harley revisitado con las palabras de un eterno Gainsbourg. Mágico. Le siguen notas coloridas, generosas y sonrientes que deleitan. La guitarra eléctrica hace el resto y la pulida escenografía crea el ambiente. La voz, siempre la voz, envuelve el cuerpo y siembra felicidad. Los músicos hacen el resto. El corazón se convierte en una batería. Con cada latido, la sangre es expulsada hacia las arterias, las piernas tiemblan, unidas con los riffs. La terapia de Selah Sue está en marcha, está inundando la marea ante ella. Una ola. Caminamos sobre el mar y nos vamos en paz.

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Texto: Magali Roche
Fotos: William Durán

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