Con “L’Amour ouf”, Gilles Lellouche mezcla amor a primera vista y golpea a bombo y platillo

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Clotaire (François Civil) y Jackie (Adèle Exarchopoulos) en “L’Amour ouf”, de Gilles Lellouche. CANAL DE ESTUDIO

SELECCIÓN OFICIAL – EN COMPETENCIA

En 2018, un equipo de brazos rotos, maltratados por la vida, deprimidos pero muy motivados por convertirse en campeones de natación sincronizada, había arrastrado al agua de la piscina a una sala entera, que salió eufórica. El gran baño, comedia coral de Gilles Lellouche, proyectada ese año en la clausura del Festival de Cannes, deleitó unánimemente a los espectadores. Y hizo saltar las lágrimas al director, conmovido por tal acogida.

Seis años más tarde, regresó a Cannes, esta vez en competición, por L‘Amor ufun largometraje de casi tres horas sobre una historia que se puede resumir en pocas palabras: siendo adolescente, en los años 80, un joven matón y una chica buena en todos los sentidos se enamoran perdidamente, luego la vida los separa durante diez años, antes de reunirlos.

El argumento podría sugerir una comedia sentimental si no fuera por la energía que despliega Gilles Lellouche para distanciarnos de ella mediante el uso de otro género, el cine de gánsteres. Un registro que inviste con fanfarria, carreras de coches y acrobacias, escenas de lucha saturadas de planos al estilo americano, realzados por un uso involuntario de travellings y ángulos altos y bajos. amor uf, Sí. Pero con agarre, si no con grosor.

Adrenalina y testosterona

Los dos jóvenes en cuestión no tienen nada –y, sin embargo, todo– que hacer juntos. Clotaire (Malik Frikah), hijo de una tierna madre y un ágil padre trabajador, sale con sus amigos, una banda de matones a los que no les importa abrir la boca y cometer algunos robos. Jackie (Mallory Wanecque), hija de un padre amoroso (Alain Chabat) que la cría sola, desde la muerte de su esposa, sigue con diligencia sus estudios y no se queda en la calle. Contra todo pronóstico, Clotaire y Jackie se enamorarán con un amor loco, que les hará vivir intensamente el más mínimo baño o paseo en ciclomotor.

Clotaire, sin embargo, se deja arrastrar por uno o dos casos de robo orquestados por un jefe local (Benoît Poelvoorde) con el que cree haber encontrado un pseudopadre. Desgraciadamente, un robo sale mal, lo que envía a Clotaire directamente a prisión por el asesinato de un mensajero de efectivo, que no cometió. Siendo el culpable el hijo del capo, el adolescente no tiene más remedio que permanecer en silencio.

Cuando se marcha, diez años después, Clotaire (François Civil) no encontrará a Jackie. Conoció a uno de los jefes de una agencia de alquiler de coches (Vincent Lacoste) con quien se mudó. Durante esta larga pausa, donde la violencia da paso a una vida cotidiana bastante tranquila, Jackie (Adèle Exarchopoulos) sonríe y parece enamorada de nuevo. El pasado parece haberse alejado, pero podemos adivinar que el aburrimiento gana terreno. Despertado por Clotaire, a quien vuelve la película, que desde su estreno ya no tiene gusto por nada pero intentará vengarse del hijo del jefe, en cuyo lugar fue encerrado.

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