La victoria de Donald Trump y el ascenso al poder de Elon Musk dan un nuevo impulso a los libertarios, que abogan por el no intervencionismo del Estado.
La lista de renuncias al “sentido común” crece, señala Fabrice Bonnifet, para quien la regulación es la libertad preservada.
El presidente del C3D, el colegio de directores de desarrollo sostenible, nos regala su nuevo editorial.
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Impacto positivo
Está surgiendo una nueva forma de libertarismo, impulsada por el resultado de las elecciones presidenciales estadounidenses. Aboga por una sociedad basada en la total libertad de expresión de los individuos, sin necesariamente respetar la ley o la justicia, si ello obstaculiza los intereses nacionales. Así, asistimos a un retroceso sin precedentes en la aceptación de los hechos científicos y de la regulación que los protege, tanto para el hard law (vinculante) como para el soft law (no vinculante).
La lista de renuncias al “sentido común” crece, con ejemplos de las lamentables controversias sobre el acuerdo verde de la UE, la retirada de las alianzas climáticas de los bancos (Net-Zero Banking Alliance) y los fondos estadounidenses. (Net Zero Asset Managers Initiative) o incluso el cese de la verificación de datos en Méta, sin mencionar el giro “extremo” dado por la red de microblogging X. Cerrar la prohibición.
Mientras el inconsciente promueve la idea de superar la irresponsabilidad, otros, por el contrario, siguen considerando la regulación justa y la verdadera democracia como un baluarte contra el oscurantismo.
Fabrice Bonnifet
La ley y los enfoques voluntarios para tener más en cuenta el bien común se habrían convertido en enemigos de la libertad, causarían miedo, obstaculizarían el espíritu empresarial y la innovación y castigarían a los infractores con demasiada dureza. Como resultado, en organizaciones de todo tipo, los riesgos legales inmediatos se toman más en serio que los riesgos físicos (pero igual de inmediatos) que siguen dejando impasibles a los tomadores de decisiones, ¡lo cual es una pena! Hoy en día, cada palabra miserable de un comunicado de prensa, de un informe anual o de un foro es sopesada, releída y validada por toda la cadena jerárquica, porque podría ser malinterpretada y servir de palanca para un hipotético “recurso legal” sin desafío real, dada la Los enormes costos financieros que se avecinan, debido a las consecuencias de exceder los límites planetarios, las perspectivas catastróficas del cambio climático o la aniquilación de la biodiversidad.
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¿Qué debemos hacer ante este regreso de la anarquía y la supuesta “ley del más fuerte”? Mientras el inconsciente promueve la idea de superar la irresponsabilidad, otros, por el contrario, siguen considerando la regulación justa y la verdadera democracia como un baluarte contra el oscurantismo. Cada uno tendrá su propia idea, pero por favor dejemos de tomar como rehenes la libertad y el progreso. Creer que contaminar sin obstáculos, imponiéndonos estilos de vida materialistas desconectados de los fundamentos del bienestar de las poblaciones de todo el mundo, puede ser la solución para el mantenimiento de una economía próspera, refleja un fatal error de discernimiento. Sólo la pedagogía de la restricción alimentará la aceptación del mayor número de innovaciones útiles. La tragedia de la humanidad es que no aprende nada de su pasado y repite incesantemente los mismos errores. Pero esta vez, es el planeta el que rápidamente señalará el final del juego. Nuestros hijos nos maldecirán.