El presidente austriaco pidió este lunes al líder de extrema derecha Herbert Kickl que encontrara una mayoría para gobernar, una novedad en la historia del país alpino, tras el fracaso de las negociaciones de otras fuerzas políticas.
Ante “la nueva situación (…), encargué” a Kickl, cuyo partido obtuvo el primer puesto en las elecciones legislativas de finales de septiembre con cerca del 29% de los votos, “que encabezara el debate con los conservadores”, declaró el ecologista. jefe de Estado Alexander Van der Bellen. Habló después de una reunión de poco más de una hora con el líder de extrema derecha y añadió que “no había sido fácil tomar” tal decisión.
Aunque el Partido Austriaco de la Libertad (FPÖ) ya participó en el poder como socio minoritario, nunca ocupó la cancillería en este Estado miembro de la UE de nueve millones de habitantes.
Antes de la votación, Van der Bellen no había ocultado su desgana hacia Herbert Kickl, quien en el pasado lo llamó “momia senil”. Y el octogenario jefe de Estado prefirió en octubre elegir al canciller conservador saliente, Karl Nehammer, para dirigir las negociaciones, contrariamente a la costumbre que normalmente reserva este derecho al partido ganador.
Pero el fracaso de las negociaciones con los socialdemócratas y los liberales, seguido de la dimisión anunciada de Nehammer, un feroz opositor de Kickl, cambió la situación, en un espectacular repunte en un contexto de ascenso de las fuerzas nacionalistas en Europa. .
“Fuera nazis”
El nuevo líder interino de los conservadores, Christian Stocker, ha dicho que está abierto a conversaciones con la extrema derecha, y que ambos partidos comparten posiciones cercanas sobre la economía y la inmigración. Los conservadores austriacos ya se han aliado dos veces con el FPÖ, en 2000 y en 2017, en un país que rompió el tabú de la extrema derecha mucho antes que el resto de Europa. La extrema derecha también participa actualmente en cuatro de los nueve gobiernos regionales.
“Las voces dentro del ÖVP que descartaban trabajar con (…) Kickl se han vuelto mucho más discretas”, comentó el presidente el domingo. Confiar al FPÖ la tarea de liderar las negociaciones está cargado de simbolismo: es la primera vez desde 1945 para esta formación fundada por ex nazis y dirigida por un hombre que quiere ser llamado Volkskanzler, el “canciller del pueblo” -como Adolf Hitler, nacido en Austria, aunque niega cualquier referencia nazi.
Cientos de manifestantes se reunieron el lunes frente al Palacio de Hofburg, sede de la presidencia, gritando “fuera nazis”. Herbert Kickl, de 56 años, tomó el mando del FPÖ en 2021 y, jugando la carta de la conspiración frente a las restricciones anti-Covid, pudo olvidar los escándalos de corrupción que habían socavado a su predecesor.
Nervioso, siempre escondido tras una barba de tres días, optó por una línea dura, opuesta a los medios de comunicación, a los LGBT+, a Europa y a las élites, lejos de cualquier estrategia de demonización. Este ex Ministro del Interior también perdona a Rusia a pesar de la invasión de Ucrania.
Con gafas pequeñas y redondas y silueta de maratonista, el ex estudiante de filosofía e historia también abraza su proximidad a los identitarios contra un enemigo común: el Islam. Habla sin disculparse sobre la “remigración” –un plan inconstitucional para despojar a los austriacos de origen no europeo de su nacionalidad y expulsarlos– y se apresura a insultar a sus adversarios.
El presidente austriaco pidió este lunes al líder de extrema derecha Herbert Kickl que encontrara una mayoría para gobernar, una novedad en la historia del país alpino, tras el fracaso de las negociaciones de otras fuerzas políticas. Ante “la nueva situación (…), he dado instrucciones” al Sr. Kickl, cuyo partido obtuvo el primer puesto en las elecciones legislativas de finales de septiembre con casi…
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