Los Minnesota Timberwolves causaron sensación en el Draft de la NBA de 2020 al seleccionar a Anthony Edwards con la primera elección. Durante su mandato con los Timberwolves, que ya abarca cinco temporadas, Edwards ha navegado continuamente por un panorama de cambios en la plantilla. A medida que la organización solidifica su nuevo núcleo en torno a este talentoso jugador, surge una pregunta crucial: ¿Los Wolves han equipado a Edwards lo suficiente para que alcance su máximo potencial?
En el mundo en constante cambio de la NBA, las oficinas ejecutivas enfrentan el desafío de construir rápidamente un equipo que complemente su piedra angular tan pronto como identifican uno. Si bien identificar a los mejores jugadores para formar un equipo competitivo es fundamental, es igualmente crucial garantizar que estos jugadores formen una unidad cohesiva que amplifique las habilidades de la estrella. Esto implica a menudo crear un entorno que minimice sus debilidades, ya sea rodeándolos de piezas complementarias o ideando estrategias de juego que compensen sus deficiencias.
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Conseguir un jugador franquicia es sólo el comienzo; el verdadero desafío radica en esculpir dinámicas de equipo optimizadas para maximizar su impacto. Superestrellas únicas como Nikola Jokić y Luka Dončić brindan a sus equipos cierto grado de libertad, lo que permite enmascarar pequeños defectos en el entrenamiento o la formación de equipos con sus extraordinarias habilidades. El inigualable juego aéreo de Jokić y la excepcional intuición de juego de Dončić los diferenciaron, creando oportunidades para el éxito incluso en medio de imperfecciones.
Tomemos, por ejemplo, a Stephen Curry. El éxito de los Golden State Warriors se atribuye no sólo a la brillantez de los tiros de Curry, sino también a esquemas ofensivos cuidadosamente diseñados y un fuerte apoyo que mejoran sus habilidades. Su ataque dinámico se basa en movimientos coordinados, acciones explosivas y transmisiones oportunas, lo que ilustra la necesidad de una unidad equilibrada capaz de explotar plenamente las fortalezas de cada jugador.
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Con sólo 23 años, Edwards todavía tiene mucho margen de mejora. Su debut mostró el inmenso talento en bruto que se requiere de una superestrella de la NBA; sin embargo, las incertidumbres que rodean su toma de decisiones en la cancha y sus instintos hicieron que su viaje fuera intrigante. La potencia física y las habilidades de tiro por sí solas no serán suficientes en el exigente entorno del baloncesto profesional.
Edwards, que inicialmente prefirió el fútbol en su juventud, enfrentó desafíos como la creación de juego, la inteligencia del juego y el desarrollo general de habilidades en sus años de formación. Aunque ha mostrado comodidad en situaciones uno contra uno, sus dificultades se han relacionado principalmente con su capacidad para interactuar de manera efectiva con estrategias defensivas complejas y aprender a navegar por múltiples elementos móviles en el campo.
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Los Timberwolves hicieron una apuesta arriesgada al adquirir a Rudy Gobert para jugar junto a Karl-Anthony Towns. Este movimiento dio sus frutos el año pasado, impulsando al equipo a una clasificación defensiva impresionante; sin embargo, el flujo ofensivo ha estado notablemente estancado desde la llegada de Gobert. Su índice ofensivo ha caído significativamente, del séptimo en la liga (113,8) en la temporada 2021-22 a un decepcionante 23 en 2022-23 (113,3), y solo ha mejorado ligeramente hasta el puesto 17 en 2023-24 (114,6).
Agregar tamaño a su alineación involuntariamente abarrotó la raqueta, lo que afectó significativamente la capacidad de Edwards para perforar y aplicar presión alrededor de la canasta. La presencia de Gobert restringió el espacio de juego, complicando las progresiones e imponiendo límites a la ejecución ofensiva.
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No obstante, Edwards ha mostrado una marcada mejora en la creación de juego desde sus días universitarios. Posee un mejor conocimiento de la cancha y ha aprendido a navegar los esquemas defensivos de manera más efectiva, pero la estructura de los Timberwolves parece haber impedido su crecimiento como creador con dominio del balón.
Si bien existe confianza en construir un equipo ganador en torno a la combinación Edwards-Gobert, la organización optó por canjear a Towns, un anotador y espaciador clave, confiando aún más a Edwards el papel de motor de su ataque. Se suponía que la incorporación de Julius Randle reforzaría el apoyo a Edwards, sin embargo, la ofensiva luchó por encontrar un ritmo armonioso bajo esta nueva configuración.
Si bien es tentador culpar a Randle, un problema más profundo surge de la dinámica existente en la plantilla de los Timberwolves. Jaden McDaniels está pasando por su temporada de tiro más difícil, luchando por un alarmante 30,3 por ciento desde el rango de tres puntos, lo que ha permitido a los defensores soltarse y concentrarse en neutralizar las penetraciones de Edwards. La falta de movimiento sin balón hizo que McDaniels fuera más responsable ofensivamente, lo que complicó aún más la creación de oportunidades para Edwards.
Además, la falta de un segundo portador confiable del balón exacerbó la situación. La adquisición de Mike Conley revitalizó brevemente la ofensiva de Minnesota con su capacidad para anotar y orquestar el movimiento del balón. Sin embargo, ahora que Conley muestra signos de declive a los 37 años, sus reducidas contribuciones anotadoras han puesto aún más presión sobre Edwards.
El enigma que rodea la integración ofensiva de Gobert sigue pesando mucho. Aunque ha transformado al equipo defensivamente, la relación entre Edwards y Gobert carece de la sinergia necesaria para aliviar los problemas de los demás titulares. Su conexión en la cancha gira principalmente en torno a las pantallas de balón, pero las defensas contrarias atrapan cada vez más a Edwards en esos momentos, lo que complica aún más sus desafíos.
Actualmente, el quinteto titular no le está haciendo la vida más fácil a Edwards. No obstante, está emergiendo como un tirador de tres puntos de élite, acertando el 39,9 por ciento de sus intentos con 6,9 tiros por partido, lo que le sitúa en el cuarto lugar de la NBA. Aunque ha adaptado su perfil de tiro minimizando los tiros ineficaces de media distancia en comparación con temporadas anteriores, las circunstancias aún dictan su selección de tiro.
A pesar de encontrar más espacio más allá de la línea de tres puntos, los intentos de Edwards cerca de la canasta han caído a un mínimo histórico de 3,8 por partido, un marcado contraste con la temporada pasada, donde promedió 5,4 intentos cerca de la canasta.
Si bien el desempeño reciente de Edwards sin duda ha contribuido a los problemas ofensivos de Minnesota, la organización necesita reevaluar su estrategia de plantilla para explotar plenamente sus habilidades a medida que se acerca a su mejor momento. Si pueden pivotar para crear situaciones más ventajosas para él en el futuro, los Timberwolves tienen el potencial de elevar su juego ofensivo a nuevas alturas.