El general Kirillov, de 54 años, sancionado en octubre por Londres por el presunto despliegue de armas químicas en Ucrania, es el oficial militar ruso de mayor rango que se sabe ha muerto desde el inicio de la ofensiva rusa contra su vecino ucraniano en febrero de 2022.
Según los investigadores rusos, el artefacto explosivo era un scooter con trampa explosiva estacionado cerca de la entrada de un edificio residencial en la avenida Ryazansky de Moscú. La explosión rompió las ventanas de varios apartamentos y se desplegó un cordón policial en los alrededores. La entrada al edificio sufrió graves daños.
General acusado de “crímenes de guerra”
El asesinato de Igor Kirillov en la capital rusa fue inmediatamente reivindicado por los servicios de seguridad ucranianos (SBU), que el lunes acusaron al general de “crímenes de guerra”.
“Los intentos de intimidar a nuestro pueblo, detener el avance del ejército ruso y sembrar el miedo están condenados al fracaso”, respondió el expresidente Dmitri Medvedev, actual vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso. “Los asesinos serán castigados, sin lugar a dudas y sin piedad”, prometió Konstantin Kosachev, vicepresidente del Consejo de la Federación, la cámara alta del Parlamento.
Las cancillerías occidentales, por su parte, apenas reaccionaron. “No lamentaremos la muerte de un individuo que participó en una invasión ilegal e impuso sufrimiento y muerte al pueblo ucraniano”, dijo un portavoz del gobierno británico.
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