“Prefiero hablar de mi vida sexual que de política…” En la feria pasan cosas

“Prefiero hablar de mi vida sexual que de política…” En la feria pasan cosas
“Prefiero hablar de mi vida sexual que de política…” En la feria pasan cosas
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Delante de la escuela todavía se encuentran una treintena de paneles electorales instalados para las elecciones europeas. Desnudo. A excepción de cinco de ellos, que albergan, dispersos, los carteles confeccionados con urgencia por los candidatos del partido a las elecciones legislativas. La cara de un candidato está manchada con un bigote hitleriano, otro está tachado con un insulto homofóbico… Detrás de este triste espectáculo gráfico, la escuela está particularmente animada a estas horas de la noche. ¡Es una feria! Los llantos de los niños y el alboroto de los padres apenas cubren el sistema de sonido que escupe. Mono bailarín.

En esta pequeña ciudad de Yvelines, cerca de Versalles, casi el 24% de la gente votó por la lista macronista de Valérie Hayer en las elecciones europeas, es decir, 10 puntos más que la media nacional. Le siguieron las listas de Glucksmann con un 16,6% y Bellamy con un 14,4%. Con el 14,1% de los votos, la lista Bardella se sitúa al pie del podio. En este caso, RN y LFI son rechazados, dados sus resultados nacionales. Y estamos a dos días de la primera vuelta de las elecciones legislativas.

El viento helado de las próximas elecciones

Pero en el puesto de pesca no hablamos de eso. La madre de Louise*, de 5 años, se sorprende de que nos atrevamos a hablar de las elecciones legislativas, incluso en tono jocoso: “Hay buen ambiente, se siente bien antes del domingo…” Con todo el tacto firme que confiere a los similares -Educación versallesca que recibieron los habitantes de esta comuna, nos muestra la cola para adquirir las fichas de acceso a las actividades.

El sol radiante y la ligera brisa alegran unánimemente al público. En el segundo intento, más frontal (“¿Entonces? ¿Hablas un poco de política? ¿Sabes quién vota qué entre ustedes?”), el grupo de seis padres amigos queda petrificado. Dejamos pasar al ángel antes de que un padre valiente nos explique: “Creo que prefiero hablar de mi vida sexual que de política. » La frase hace sonreír al público, aliviado, pero dice mucho.

¿Es apolítico el flan de coco?

En este rincón de campo boscoso –a 15 minutos en tren de París– bastante de derechas, nos gusta hablar de la necesidad de preservar nuestro “entorno de vida privilegiado” para no tener que decir “ciudad de ejecutivos privilegiados”. Sin embargo, esta escuela reúne a algunas familias de viviendas sociales vecinas y, por tanto, la feria muestra una mezcla social tímida.

En el buffet, la madre de Dounia, de 6 años, que también tiene un bebé dormido detrás de ella, no pierde la sonrisa cuando le hablamos de las elecciones, pero le gustaría especialmente que eligiéramos una tarta: “¿Brownie de maní? ¿Pastel de yogur de plátano? ¿Crepes? – No, nada gracias. Y por lo demás, estas elecciones… – ¡Oh, pero aquí esta noche, es apolítica! Prueba el flan de coco, está muy bueno…” Ante esta palabra (“apolítico”, no “flan de coco”), la madre de Romane pierde un poco los estribos: “¡Pero al fin y al cabo, nada es apolítico! ¡Es todo política! Por ejemplo, ¡un buffet de feria que no ofrezca nada vegetariano es político! » Prohibido el silencio… “¡Pero sí, ahí hay quiche!” », llora la madre de Dounia.

El punzón evita la disolución.

Dejamos el puesto de perritos calientes –donde la conversación gira en torno a la dificultad de ciertos juegos que frustran a los niños– para unirnos al puesto de poncheras. Sin lugar a dudas uno de los que más éxito tiene entre los padres. Sin embargo, podría haber sido censurado: algunos padres se sintieron conmovidos –aunque no mucho– de que los niños pudieran ver a los adultos un poco borrachos. “¿Ja? ¿Musulmanes? » pregunta un padre que está bebiendo su segundo vaso de ponche. “No, sólo resfriados”, responde una madre. Hmm… Este golpe es bueno. Fuerte, pero bueno. »

¿Podría este intercambio tan políticamente incorrecto en el contexto tan cortés de esta feria dar lugar a una discusión política? “Prefiero no saber por quién votan mis vecinos porque no quiero enojarme. Hablar de política es un obstáculo para la convivencia y tenemos que poder apoyarnos”, explica la madre de Danaé, de 11 años. Este precario equilibrio que permite considerar a la ciudad “tranquila y privilegiada” es lo que más aprecia el padre de Victoria, también de 11 años: “No quiero saber que uno de mis vecinos o que los padres del colegio votaron por Le Bolígrafo. Aunque estadísticamente es seguro. Si el RN pasara el 15% aquí, me jodería…”

Un “sin etiqueta” poco interesante

No fue hasta la mitad de la feria que un padre mencionó una fiesta y un nombre. No habrá otros. Aunque aquí y allá tachamos algunas banalidades perezosas sobre “el rechazo de los extremos”. La víspera de la feria, el alcalde, que se define como “sin etiqueta política”, llamó a votar por “el candidato saliente” macronista, para “ganar estas elecciones contra los extremos”. »

Pocos residentes parecen haber leído este comunicado de prensa y al resto no le importa. “Ya estoy harta de que la televisión hable de ello una y otra vez, ya no pasa nada”, dice molesta la madre de Sophie, de 8 años, antes de girar sobre sus talones hacia el sorteo. “Aquí la gente no es racista pero bueno… Había muchos voluntarios para acoger a los ucranianos exiliados, pero cuando los gitanos se instalan llaman al ayuntamiento para quejarse”, dice el padre de Manon, de 7 años.

No sacaremos nada más polémico de esta feria que llega a su fin, mientras la patrulla francesa hace un espectáculo en el cielo del vecino Palacio de Versalles. Al observar los penachos azul, blanco y rojo disiparse en el azul oscuro, los padres concertan un encuentro para la fiesta del pueblo, aplazada debido a las lluvias de junio y que, por tanto, tendrá lugar entre las dos giras. ¿Hablaremos de las elecciones? Nada es menos seguro.

* Los primeros nombres han sido cambiados.

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