Después de meses de invectivas, ha llegado el momento de la confrontación: Joe Biden y Donald Trump, cabeza a cabeza en las encuestas, se reúnen el jueves por la noche para el primer debate de las elecciones presidenciales estadounidenses.
Millones de estadounidenses tendrán los ojos pegados a sus pantallas para ver un cara a cara de alta tensión entre el presidente demócrata y su predecesor republicano.
Los dos hombres debatirán a partir de las 9 p.m. en Georgia, uno de los estados más disputados en las elecciones. Deberían llegar a Atlanta durante la tarde.
Su duelo, que se espera que dure 90 minutos, será moderado por dos periodistas de CNN, Jake Tapper y Dana Bash.
Deseoso de evitar la cacofonía del primer debate de 2020, durante el cual Joe Biden y Donald Trump pasaron una hora y media insultándose e interrumpiéndose, el canal adoptó reglas estrictas que supuestamente regularían sus intercambios.
El espectáculo se desarrollará sin público, sin teleprompter.
Sobre todo, el micrófono de Joe Biden se cortará cuando hable Donald Trump y viceversa.
Coincidiendo con el debate, el equipo de campaña de Joe Biden emitió el jueves una serie de nuevos anuncios televisivos en estados clave llamando a su oponente un criminal habitual “que sólo piensa en sí mismo”. El equipo de Donald Trump hizo lo propio, acusando al demócrata de gestionar mal la economía y alentar la inmigración ilegal, su tema favorito.
Boleta excepcional
Aunque su impacto en el voto a menudo sigue siendo limitado, estos encuentros son momentos destacados de la campaña electoral, desde el primer tête-à-tête televisado organizado hace más de 60 años, en Chicago, entre John F. Kennedy y Richard Nixon.
Según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac, la gran mayoría de los estadounidenses planea ver el debate el jueves por la noche. Un 16% de ellos no descarta la posibilidad de que el programa cambie su forma de votar.
Pero el debate del jueves será excepcional en todos los sentidos, ya que el resultado de la votación de noviembre es incierto.
Nunca antes los estadounidenses habían tenido que decidir entre candidatos tan viejos como el presidente demócrata de 81 años, que, hay que decirlo, muestra signos evidentes de fatiga, y su oponente republicano, sólo tres años menor que él.
Del mismo modo, los estadounidenses nunca han tenido que decidir si confiar o no las llaves de la Casa Blanca a un expresidente condenado por cargos penales. Donald Trump será sentenciado en Nueva York el 11 de julio. Se enfrenta a prisión.
Los demócratas cuentan con el contraste entre un Joe Biden poco carismático pero razonable y competente, y un predecesor con múltiples acusaciones, temperamental y propenso a falsas digresiones.
“Dopado”
El republicano, que nunca admitió la derrota en 2020 y no se comprometió a respetar el veredicto de las encuestas de noviembre, reservará sin duda críticas para su oponente sobre su forma física y mental.
El expresidente incluso insinuó que su rival sería “dopado” antes de aparecer ante las cámaras.
Pero los partidarios del septuagenario saben que esta estrategia de denigración podría resultar contraproducente, ya que incluso una actuación mediocre del actual presidente el jueves podría considerarse una victoria.
“En los medios de comunicación, muchos ya están dispuestos a entregarle un trofeo a Joe Biden si logra permanecer de pie durante 90 minutos”, afirmó el martes Jason Miller, uno de los presentadores de la campaña republicana.
Advierte a los conservadores que Donald Trump se enfrentará el jueves a un candidato, que se esconde desde el viernes por la tarde con sus asesores en Camp David, que estará “listo”.
Normalmente, los candidatos a la Casa Blanca esperan hasta el otoño para debatir, pero el demócrata retó a su rival a enfrentarse a él antes del verano para establecer rápidamente un contraste que, según está convencido Joe Biden, jugará a su favor.
Está previsto un segundo debate en ABC el 10 de septiembre, dos meses antes de esta explosiva elección, el 5 de noviembre, que está siendo examinada con preocupación en el extranjero.
