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El anuncio de una tregua en el Líbano, que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó haber aceptado el martes 26 de noviembre, no alegra a sus partidarios. Los más radicales lo ven como una admisión de debilidad y las familias de los rehenes como un abandono de sus seres queridos.
Benjamín Netanyahu anunció el martes 26 de noviembre por la tarde que su gabinete de guerra aceptó una propuesta de alto el fuego con Hezbollah. Si entra en vigor el miércoles por la mañana, supondrá el fin de un enfrentamiento armado que comenzó el día después del 7 de octubre de 2023 y que no ha hecho más que intensificarse desde septiembre. El martes, los soldados israelíes, que regresaron a territorio libanés el 1 de octubre, llegaron de manera muy simbólica al río Litani. Según el acuerdo, esta será sin duda, como ya estaba previsto en 2006, la línea de demarcación de la presencia de Hezbolá, que no será totalmente destruida, como pedía la mayoría de los partidarios de Benjamín Netanyahu.
El Primer Ministro quiso a toda costa presentarse como ganador. En su discurso pregrabado, habló primero de los siete frentes en los que participa el ejército israelí. Éxitos en contra “cabeza de pulpo”, Irán. Se felicitó “de los 20.000 terroristas asesinados en Gaza” y “Cientos de terroristas eliminados” en Cisjordania, pero también
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