¿Por dónde empezar? ¿Con este conductor corriendo hacia un agente del servicio de carreteras departamental para obligarlo a detenerse? ¿Por estos tres automovilistas proferiendo cada uno amenazas de muerte, tales como “si no te mueves de allí, te atropellaré” y “voy a buscar mi arma y te fumaré”? ¿O con esas invectivas e insultos cotidianos, que se han vuelto tan comunes que los trabajadores con chalecos amarillos ya ni siquiera les prestan atención?
Pero quizás deberíamos empezar por la tarde del 13 de noviembre. Cerca de Ponts-Neufs, en Morieux, la carretera está bloqueada. Un equipo del servicio departamental está realizando trabajos de construcción en una rotonda. El resto lo cuenta Alain Émery, técnico de obra desde hace 30 años: “Vine a comprobar que el lugar estaba cerrado por la noche. Porque a la mañana siguiente, muy temprano, estábamos echando bordillos. Excepto que, cuando pasé, vi unos locos…”
“No voy a dejar a mis muchachos en medio de este lío”
Frente a él, el jefe de obra descubre un auténtico disturbio en la carretera. Exasperados por no poder adelantar, los automovilistas empujaron las imponentes señales rojas y blancas que bloqueaban el paso hasta el centro de la carretera. “Era un juego de bolos. Había coches por todas partes, con bloques en el medio. Algunos conducían en dirección equivocada. » Alain Émery y su equipo intentan restablecer el orden… arriesgando sus vidas. “Finalmente llamé a mi manager para decirle que no iba a dejar a mis muchachos en medio de este lío. Era la primera vez en mi carrera, pero se estaba volviendo demasiado peligroso. »
Diez días después, las obras están a punto de finalizar. Pero para los responsables de la carretera presentes, la obra de Ponts-Neufs seguirá siendo un paso más en el comportamiento de los automovilistas.
“Puede que tengamos chalecos amarillos, pero a veces estamos en peligro de muerte”
“Tuvimos contratiempos durante todas las fases de las obras”, explica Franck Bourdais, director de infraestructuras del Consejo Departamental. “Durante las dos noches que tuvimos que cerrar hubo un comportamiento inaceptable. Como la gente no estaba contenta con que la desviaran, quitaron los bloqueos y llegaron al lugar”, continúa el responsable del servicio, antes de recordar: “Se ponen en peligro a ellos mismos, pero sobre todo a los trabajadores”.
¿Por qué la situación llegó a este punto? Quizás por la duración del proyecto, iniciado el pasado mes de enero, en un recorrido habitualmente transitado por 15.000 vehículos al día y que permite acceder a Pléneuf-Val-André, Erquy y Cap Fréhel.
Pero en general, Franck Bourdais observa “un aumento de la incivilidad en las obras. Sentimos que la gente es más agresiva. No pueden tolerar la más mínima molestia en sus movimientos diarios. Aunque llevamos chalecos amarillos y somos visibles, a veces corremos peligro de muerte al borde de la carretera”.
“Cuando ven que intentamos filmarlos se vuelven aún más locos”
Y ante estos comportamientos hay muy pocas soluciones. “Para presentar una denuncia se debe tener constancia y la identidad del conductor. Sin embargo, cuando un automovilista se abalanza sobre ti, piensas sobre todo en tu seguridad, no en quitarle la matrícula”, explica André Coënt, vicepresidente del departamento encargado de las infraestructuras.
Y no se trata de utilizar una cámara: “Cuando ven que intentamos filmarlos, se vuelven aún más locos”, lamenta Alain Émery. Queda la llamada a la policía. “A veces lo hacemos y normalmente se calma enseguida. Pero no podemos sistematizarlo”, concluye Franck Bourdais.
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