se privan, comen menos pero mantienen la cabeza en alto

se privan, comen menos pero mantienen la cabeza en alto
se privan, comen menos pero mantienen la cabeza en alto
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“Durante años tuve un salario de 2.000 euros netos con complementos mensuales de 200 euros por otras actividades. Desde hace un año, veo agudizarse mis dificultades presupuestarias…” Sylvia, 46 años, madre soltera, vive con su hija de 11 años en una vivienda social en Burdeos. Hoy en día, la inflación –y la consiguiente disminución del poder adquisitivo–…

“Durante años tuve un salario de 2.000 euros netos con complementos mensuales de 200 euros por otras actividades. Desde hace un año, veo agudizarse mis dificultades presupuestarias…” Sylvia, 46 años, madre soltera, vive con su hija de 11 años en una vivienda social en Burdeos. Hoy, la inflación –y la consiguiente caída del poder adquisitivo– la priva de ciertos bienes, le impide ahorrar y hacer planes.

Se acabó lo orgánico

“En marzo pasado dejé mi trabajo en digital. Mi empleador estaba considerando despedirme, así que me fui con la esperanza de tener la oportunidad de encontrar un puesto con un salario más alto, gracias a mi alto nivel de cualificación (bac + 5) y mi experiencia”, subraya la madre de familia. Esperaba un soplo de aire fresco que no llegó. “Me seleccionaron para un puesto que rechacé porque me exigía pasar de trabajar el 80% al 100%, teniendo el mismo salario. Me pregunto si he elegido bien… Respondo a los anuncios en París, diciéndome que podría organizarme con unos días de teletrabajo y un viaje de ida y vuelta a la semana por un salario… de parisino. »

“Ya no compro ropa, solo veo Netflix durante un mes en invierno e invito a menos gente… Socialmente la situación es de aislamiento”

Fabien Cottereau/SO

¿Y mientras tanto? Sylvia se ve obligada a tomar decisiones. “La compra de alimentos es complicada. Compré 80% orgánico. Ahora se acabó lo orgánico. Ni siquiera puedo comprar marcas intermedias, recurro a los precios más bajos, sin dejar de estar atento a la calidad. Ya no compro ropa, solo veo Netflix durante un mes en invierno e invito a menos gente… Socialmente, la situación es de aislamiento. »

No acampar este verano

Sylvia siempre ha sabido gestionar bien su presupuesto, pero admite que aún así ha “mejorado sus habilidades” en un año y medio. La calefacción se enciende con moderación. Y ya no tiene coche personal. Su hermana le presta el suyo para ir a visitar a sus padres a Lot-et-Garonne. “Pero el coste del diésel me está frenando…” ¿El peluquero? “Ya no vamos allí con mi hija, ¡pero tenemos un cabello muy bonito!” ”, espetó. Porque a pesar de todo, Sylvia se considera una “privilegiada”. “Tengo los recursos morales e intelectuales para sobrevivir a esta situación tan difícil. »

Este verano, por primera vez, Sylvia y su hija no se irán de vacaciones al camping como les gusta. “Será una pequeña estancia con la familia. »

Los testimonios recibidos tras la convocatoria de testigos por parte de la redacción cuentan historias similares. Otra madre soltera de Gironda tuvo que prohibir la carne roja en los menús. En el supermercado, se centra en productos que están “al final de su fecha de caducidad porque su precio suele ser del -30%”. Y se tranquiliza: “No tenemos hambre, eso ya está bien. »

En las familias, parejas con hijos, la misma pelea. Es la dieta, la preocupación. Los adultos no dudan en “privarse” para proteger las necesidades de sus hijos, “en pedir un préstamo para pagar las facturas del FED”. “Pero mantenemos la cabeza en alto”, concluye una madre de Saint-André-de-Cubzac.

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