Depresión, divorcio, duelo… El diario Fue a encontrarse con inversores inmobiliarios que no temen comprar casas en ruinas con dinero en efectivo de propietarios mal tomados y a menudo rechazados por sus propias instituciones financieras.
Jean-Nicolas Lacasse, inversor inmobiliario, nos recibe en Brossard, en una tranquila zona residencial, a dos pasos de un parque. Señala la residencia.
“La casa llevaba 15 años abandonada y ocho años sin electricidad. Estaba okupada. Las ventanas estaban rotas. Los frigoríficos todavía estaban llenos de comida contaminada. El olor era absolutamente terrible”, dijo.
“Esta era una propiedad que había recibido un aviso de 60 días. Había una hipoteca legal de Hydro-Québec y cantidades en mora con la ciudad. Sangraba por todos lados”, continúa.
Junto a él, su compañero, Dave Riel, nos muestra el interior del bungalow en plena renovación. “Estuvimos a punto de demolerlo dos veces. Compramos por debajo del valor de mercado porque asumimos riesgos”, subraya.
Destruir la casa y construir una nueva habría llevado 18 meses. Con un préstamo privado al 14%, el juego no habría valido la pena. Decidieron renovar.
Cuando Jean-Nicolas Lacasse y Dave Riel compraron la casa abandonada, había huevos y leche en el frigorífico, a pesar de que hacía ocho años que no había electricidad.
La foto de Francis Halin
ganar-ganar
au Diarioinsisten estos inversores: hay compradores maliciosos, pero también hay algunos que están ahí en el momento adecuado de la vida de personas estancadas.
“Estoy convencido de que existe una manera de realizar transacciones en las que todos ganen con estas personas. Compramos sus problemas y los solucionamos”, resume Jean-Nicolas Lacasse.
En el caso del bungalow en el suburbio del sur de Montreal, la mujer iba a perder completamente su casa en diez días cuando su equipo la compró, argumentan.
Pagaron 255.000 dólares por él e hicieron un trabajo de 300.000 dólares. Su empresa espera cotizarlo entre 700.000 y 800.000 dólares para Navidad.
Como exige la ley, Jean-Nicolas Lacasse deberá pagar impuestos sobre los beneficios. Recuerde que para las ganancias de capital superiores a 250.000 dólares, la tasa ha aumentado del 50% al 66,67% desde el verano pasado.
Toca la puerta
¿Cómo encontraron al dueño? Ella no respondió llamadas ni cartas. Entonces un miembro de su equipo fue a tocar a su puerta en Ontario.
“Le hicimos entender que la situación era crítica, que estaba a punto de perder su casa y que era mejor venderla. Dijo que su propiedad no era vendible”, recuerda Jean-Nicolas Lacasse.
“Le entregamos el dinero sin demora a un prestamista privado. No hay ningún banco que hubiera financiado una propiedad como ésta”, explica.
En el barrio su llegada provocó un suspiro de alivio. El barrio se alegró de ver marcharse a los okupas y el municipio se tranquilizó.
“Fue realmente un problema para la Ciudad. La gente critica mucho a las ciudades, pero Brossard fue súper efectivo”, concluye el inversor antes de salir nuevamente a la carretera para visitar un condominio en mal estado.
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