Francia acaba de sufrir un duro golpe por parte de Argelia, en parte por culpa de Rusia. De hecho, uno de sus productos estrella acaba de perder su estatus en el país magrebí.
En concreto, el trigo francés atraviesa una zona de turbulencias sin precedentes en el país norteafricano.
Más precisamente, Francia está perdiendo paulatinamente su condición de exportador privilegiado en beneficio de Rusia para Argelia.
Recordamos que la Oficina Interprofesional de Cereales de Argelia (OAIC) excluyó a los exportadores franceses de una licitación estratégica, enviando una fuerte señal sobre la evolución de las preferencias comerciales del país.
Esta decisión, aunque algunos la atribuyen a las tensiones diplomáticas en torno al Sáhara Occidental, revela una realidad económica más compleja.
La evolución del mercado argelino de cereales se explica sobre todo por consideraciones pragmáticas.
La relajación de los criterios de calidad en 2020, en particular la revisión del tipo de los cereales fijados al 0,5%, abrió el camino para los cereales rusos, que son más competitivos.
François Luguenot, analista del mercado agrícola, descifra esta evolución: “Si el trigo francés fuera 30 dólares más barato por tonelada que el trigo ruso, Argelia lo habría elegido a pesar de las tensiones diplomáticas”.
Los números hablan por sí solos. Rusia exportó 2,3 millones de toneladas de trigo a Argelia en 2023/2024, lo que representa más de una cuarta parte de las importaciones totales del país.
Para la campaña 2024/2025, las proyecciones sugieren un aumento hasta los 3 millones de toneladas, o un tercio del suministro argelino.
Esta reorientación comercial se inscribe en un contexto más amplio en el que Argelia, que consume 11 millones de toneladas de trigo al año para una producción nacional de 3 millones, busca optimizar sus gastos de importación, que superan los 1,5 mil millones de dólares al año.
La estrategia argelina pretende diversificar sus fuentes de suministro favoreciendo al mismo tiempo la competitividad de los precios.
La paradoja de esta situación reside en el hecho de que Francia, históricamente el principal proveedor no europeo de Argelia, se encuentra ahora ante una competencia monstruosa de Rusia, que está luchando por contrarrestar.