Sobre el D-1 de la llama en Charente: “Quiero que mis hijos puedan decir: ‘Vimos pasar la llama olímpica’”

Sobre el D-1 de la llama en Charente: “Quiero que mis hijos puedan decir: ‘Vimos pasar la llama olímpica’”
Sobre el D-1 de la llama en Charente: “Quiero que mis hijos puedan decir: ‘Vimos pasar la llama olímpica’”
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“No sé exactamente qué esperar, pero es un honor poder verlo con mis propios ojos”.

Cécile Mary, de 43 años, de Marsac, también irá a ver la meta en Magelis. “Va a ser complicado llegar a tiempo pero quiero hacerlo por mis hijos. Han oído hablar mucho de ello en el colegio y son deportistas, practican descensos en bicicleta de montaña”, describe la madre de estos dos adolescentes de 12 y 13 años. “No es una disciplina olímpica pero seguirán mucho el baloncesto, su abuela era jugadora profesional. Quiero que puedan decir, cuando hubo los Juegos Olímpicos de París en 2024 y pasó la llama, nosotros estábamos allí. »

“Me gusta el lanzamiento de disco y el salto de longitud”

Su único temor: tener dificultades para acceder a la plaza Magelis en coche y a tiempo. Por eso Nadia Kaci, de Gond-Pontouvre, preferirá el autobús para venir a ver la salida en Houmeau con sus tres hijos de 14, 9 y 1 año. “No conozco a los portadores de la antorcha, pero no todos los años tenemos la oportunidad de ver eso”, se dijo. Moussa, su hijo de 9 años, quiere empezar a practicar atletismo el año que viene. “Es bueno hablar con él sobre los Juegos Olímpicos”.

Adel Martini, de 69 años, estará en el set. “Me ubicaré en el medio del campo, está muy cerca de mi casa”. Para este amante de su ciudad, no hay duda, aunque llueva, de perderse tal evento. “Tenemos suerte de que pase por Angulema”.

“Si el tiempo lo permite”, Claudine y Francis Raby, de 68 y 71 años, cruzarán “los campos para ver el paso de la llama en Le Chambon, en Eymouthiers”, cerca de su casa. “Conocemos bien a la campeona olímpica Marie-Claire Restoux, que será la anfitriona del escenario de Chambon y será la portera, fuimos los encargados del catering de su boda y de la ceremonia en Montbron después de su título”.

Un día libre especialmente para el evento.

Alexandre Brangé, agricultor de Jurignac, no cree que vaya a aprovechar la llama de Barbezieux. “Si hace buen tiempo tendré mucho trabajo”. Pero su hija Apolline, de 8 años, irá con la escuela. “La profesora nos mostró vídeos y nos explicó todo bien”, explica impaciente. “En los Juegos Olímpicos me gusta el lanzamiento de disco y el salto de longitud, me gustaría aprender a hacerlos”.

Aurélie Naudin también irá a ver la llama a Barbezieux. “Escuelas, clubes deportivos, asociaciones, gente corriente: es una gran oportunidad para unir a la gente”, se alegra. “Y además, no debemos perder el barco, los últimos Juegos Olímpicos en Francia fueron en Albertville en 1992, y no sabemos cuándo serán los próximos”.

La expectación del público hizo dudar a Michel Deseuvre, de Touvérac. “Pero si no voy, seguiré atentamente lo que sucede. No soy un gran deportista, pero es un evento mundial que se lleva a cabo en Francia, no debemos ignorarlo”.

En Cognac, Sabrina, de 40 años, se tomó un día libre especialmente para el evento. “El deporte es esencial y nos permite transmitir valores a todos, seamos deportistas o no”, cree, pensando instalarse en el estadio de Bécavin. Thomas, de 13 años, aún no sabe si podrá ver la llama, ya que su escuela, Élisée Mousnier, decidió no acoger a sus alumnos debido a medidas de seguridad demasiado estrictas. “Me decepcionaría no poder ir, me gustaría jugar al fútbol a un alto nivel, por eso los Juegos Olímpicos son un sueño”. Louise, de 11 años, espera algún día participar en los Juegos Olímpicos. Practica atletismo y asistirá al relevo de la antorcha con su colegio, Félix-Gaillard. “No sé exactamente qué esperar, pero es un honor poder verlo con mis propios ojos”.

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