El legendario estudio de animación japonés ha recibido un premio honorífico que celebra cuarenta años de magia y poesía animada.
El público de fans de Hayao Miyazaki se volvió loco en el interior del Grand Théâtre Lumière. Cuando el hijo del maestro de animación japonés entra en la sala, los aplausos aumentan y parece que no quiere parar. Goro Miyazaki, director desde 2001 del Museo Ghibli en Mitaka, en los suburbios occidentales de Tokio, no puede creerlo. Bajo la cortés máscara del reconocimiento, las sonrisas de gratitud, sentimos al hijo del director de Mi vecino Totoro (1988) bastante atónito por lo que le está pasando.
Se trata de una novedad en la historia del festival: una palma de oro honorífica no se concede a una persona, sino a una institución: el legendario Estudio Ghibli, del que Miyazaki ha sido punta de lanza durante cuatro décadas. Este año, el Festival de Cannes ha decidido homenajear al gran maestro de la animación japonesa, creador de obras maestras como El castillo en el cielo (1986), La princesa Mononoke (1997), o Hecho desaparecer (2001).
Thierry Frémaux, director general del evento…
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